Durante más de un siglo el mundo ha estado vinculado al aceite de piedra, bien no renovable, cuyo agotamiento calculan los expertos ocurrirá dentro de unos cincuenta años con cambio energético de enormes proporciones.
El petróleo ha servido a la humanidad como combustible doméstico e industrial, carburante, lubricante y es materia prima básica fundamental que comprende sus derivados. Existe a nivel mundial la estructura que permite movilizarse por aire y tierra, tener calefacción, a las empresas desarrollar sus actividades, las refinerías, los oleoductos abundan, pasar del caballo al automóvil fue difícil hace décadas. Algunos Estados se han enriquecido con yacimientos e ingreso cuantioso de divisas, grandes negocios en épocas de paz y de guerra.
En Colombia los ingresos por venta de petróleo son altos, recibimos sumas que contribuyen al fortalecimiento del presupuesto nacional, las regalías son claves para el progreso de las regiones, en ocasiones aprovechadas por los corruptos.
Sin embargo, así no lo queramos, resulta imperativa la adopción de decisiones en materia de sustitución energética sin improvisaciones ni apresuramientos, bien estudiadas y planificadas. Imprudente hacerla de la noche a la mañana, acabar con la ingeniería de petróleos, afectar el empleo y empobrecer, los ambientalistas tienen razón al buscar la erradicación de los contaminantes y en la protección del medio ambiente, pero tratar de apresurar decisiones vitales crea incertidumbre, en nada contribuye a la adopción de la política indicada, genera malestar en el mercado.
En la actualidad numerosos gobiernos, empresas y sociedades, cambian su forma de consumir energía, con precaución optan por alternativas como el biodiésel, etanol, biogás, hidrógeno, uso de energía solar, eólica e hidráulica para sustituir el petróleo, se reemplazan los combustibles fósiles, aún se discute hasta dónde podrá electrificarse la energía, el complejo tema necesita de cuidadoso análisis y la comisión de errores podría conducir a un fracaso difícilmente reversible.
No sabemos con exactitud de qué manera no convertirnos en Estado fallido, pero abrigamos la esperanza de que habrá más posibilidades de generar energía limpia si acertamos, las anteriores consideraciones vale la pena tenerlas en cuenta. Cierto que el presidente electo Gustavo Petro tocó lo referente a suspender las labores de búsqueda de petróleo y efectuar modificaciones de contratos suscritos con empresas extranjeras en Colombia, lo cual no significa el incumplimiento de los vigentes, ni alterar la organización de la empresa Ecopetrol, inclusive la exploración no puede suprimirse de inmediato, su mensaje ha recibido críticas, no obstante jamás dijo que estaba listo un programa de sustitución de petróleo, abriga la intención de contar con el concepto de expertos en la materia, esta no será una política personal ni unilateral, confiamos en que así sea.
La experiencia de los últimos años permite, según personas calificadas, no confundir el corto plazo con el que se requiera. Mensajes contradictorios deben suprimirse, urge la creación de conciencia ciudadana, la presentación sólida de alternativas viables de reemplazo energético, el análisis de las modificaciones académicas y de investigación. La pregunta continúa sin respuesta: ¿Cómo sustituir el petróleo?