El Cóndor de los Andes (Vultur gryphus) es el ave voladora más grande y pesada del mundo, tiene una envergadura de 3.3 metros, 1.3 metro de altura y llega a pesar hasta 16 kilogramos. La población viene experimentado un descenso vertiginoso, se calcula que en todo el continente no quedan más de 6.700 ejemplares, así lo expresaron recientemente investigadores a la revista Science.
Dentro de las principales causas que ponen en riesgo a la especie se encuentran los envenenamientos o su cacería por personas que los ven como competencia o amenaza principalmente para sus rebaños de ganado, la captura ilegal; por supuesto son víctimas de la actividad antrópica que le corre cada vez más la frontera agrícola y ganadera hacia los bosques andinos; las obras de infraestructura y las redes eléctricas presentes en los ecosistemas andinos. Necesariamente debemos sumar los efectos propios del calentamiento global que incidirán directamente en sus hábitats.
De acuerdo con la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza la especie se encuentra amenazada y categorizada como vulnerable, lo que significa que está enfrentando un riesgo alto de extinción en vida silvestre. De acuerdo con el libro rojo de aves de Colombia (2016) se encuentra categorizado en peligro crítico por estar enfrentando un riesgo extremadamente alto de extinción en vida silvestre, al punto que su población no supera los cien especímenes, entre reintroducidos y silvestres, los más optimistas hablan de ciento cincuenta, claro no hay censo real.
Los actuales símbolos patrios fueron adoptados mediante Ley 12 de 1984, el Escudo de Armas está descrito en el artículo 3° y en el mismo el cóndor es figura central, con su pico sostiene la corona de laurel y el Escudo, su uso fue reglamentado por el Decreto 1967 de 1991. El papel del cóndor como símbolo patrio se remonta a la Ley 3 de 1834, época de la Gran Colombia y bajo la presidencia de Francisco de Paula Santander.
Lo curioso es que el 9 de mayo de 2034, es decir en trece años, estaremos celebrando el bicentenario de la llegada del cóndor a nuestra heráldica nacional, de seguir así, celebraremos con él en nuestro escudo de armas, pero ausente en la naturaleza. Como el segundo país más diverso del mundo, el más rico en especies de aves, debemos hacer un trabajo serio para devolverle la majestuosidad y presencia en los ecosistemas propios de la especie.
De no hacer nada seguiremos siendo una nación incoherente, el istmo de Panamá presente en el escudo como remembranza de lo que un día fue nuestro; el oro de la granada convertido en una de las tragedias nacionales por la minería ilegal que tanto daño le causa al medio ambiente; los mares inundados de plásticos y desechos; el cóndor rumbo a la extinción; para eso nos sirven los símbolos, patrios para chicanear, para decir que tenemos una privilegiada situación geográfica por la que no hacemos mayor cosa para conservarla. Tendremos escudo, aunque no tengamos cóndor.
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