El pasado jueves 21 de septiembre, tuve la oportunidad de estar de frente a Su Santidad Francisco, por segunda vez este año, en el encuentro “Organizando la esperanza”, que reunió a 216 rectoras y rectores de universidades públicas y privadas de Latinoamérica y el caribe, para hablar de los retos de la Casa Común y, en la cual, el Pontífice nos anticipó la promulgación esta semana, para el miércoles 4 de octubre, con ocasión de la festividad de San Francisco de Asís, de una nueva exhortación apostólica, Laudato Deum, que actualiza el contenido de Laudato Si.
Con una palabra muy linda, que es “organizar la esperanza”, calificada así por el Papa, procedió este a tener un diálogo sin libreto ante las intervenciones de los cuatro grupos de trabajo, que nos habíamos reunido los días anteriores en el Instituto Patrístico Agustinianum, frente a la columnata de Bernini.
Ecología integral, cosmos equilibrado, dialogar con la naturaleza, acariciar la madre tierra, cultura regenerativa y que en las universidades los jóvenes aprendan a cuidar la Tierra como a una madre, fueron las admoniciones de entrada.
Al Santo Padre le preocupan las universidades de tipo cientificista abstracto, con teorías economicistas, socialistas, etcétera, que no aterrizan y solo forman profesionales expertos en lavarse las manos y dejar al resto descartado como basura, tanto descastados como descartados.
Los jóvenes que formamos deben salir como líderes que escojan en llevar las cosas por delante, por caminos nuevos y debemos formar en liderazgos que marquen caminos.
Recalcó igualmente que debemos buscar estudiantes que sepan “sopapear”, es decir que le den sopa y seco a los demás, que sean protagonistas inquietos y hagan lío.
Francisco también pensó en tantos que viven de los descartes, de los basurales y, esas opciones se han visto en todo el mundo en la actualidad. Hizo remembranza a unas frases de Juan Pablo II acerca de la “Economía Social de Mercado”, enfocadas hacia el trabajo y la producción. ya que el trabajo dignifica y la vagancia te tira abajo.
Señaló con énfasis: El descarte solo es lícito cuando el primero en ser descartado es uno mismo, no los demás.
Nos pidió motivar a los estudiantes alumnos y alumnas para que no tengan miedo en entrar en política, ya que la vocación más noble de la persona humana es la política como expresión noble del término en una sociedad, porque lleva adelante los procesos de desarrollo y, además, los hace introducirse en la dinámica de la polis para servir.
Finalmente, nos recordó, que tenemos que “formar a los chicos y a las chicas en los tres lenguajes humanos, el de la cabeza, el del corazón y el de las manos. De tal manera que aprendan a pensar lo que sienten y lo que hacen, a sentir lo que hacen y lo que piensan, y a hacer lo que sienten y los piensan”.
Sin esos tres idiomas solo formamos macrocéfalos, momias, no personas, que no pueden ser creativos ante la realidad y los desafíos.