No todos en Colombia tenemos que saber de estadística, de hecho, son muy pocos los que realmente conocen esta ciencia que nos ayuda a inferir eventos futuros. Por eso, siempre se ha dicho que las encuestas son forjadores de decisiones en época electoral, pues supuestamente dan claridad de los resultados más probables. Sin embargo, estos mecanismos son como el vino, hasta que no se descorchan no se sabe cuán fiables son.
En el Congreso de la República se aprobó un proyecto de ley promovido por el senador Rodrigo Lara en donde se buscaba regularlas. Dicho proyecto se incluyó en el Código Electoral que hoy está en manos de la Corte Constitucional y que ya no se falló antes de las elecciones del 13 de marzo. Durante dos años se nos dijo que el Código se tenía que aprobar a como diera lugar y se le metió de todo como en botica, porque supuestamente era necesario para darle garantías a la ciudadanía por cuenta de los fallos que tiene nuestro sistema. Sin embargo, hoy está durmiendo el sueño de los justos en la Corte, al parecer porque el magistrado Antonio José Lizarazo, experto en estos temas, vendió la idea entre sus compañeros de que debería discutirse después de qué se llevaran a cabo estas elecciones. Es decir, sólo aplicaría dentro de dos años cuando se elijan a gobernadores y alcaldías. Una vez más, nos vendieron un cuento que no resultó ser cierto, pues si la Corte decidió dejarlo para después, es porque considera que no es tan necesario sacarlo adelante para salvaguarda la contienda actual.
Por un error de cálculo, el senador Lara decidió incluir su proyecto de regulación de las encuestas dentro de ese Código pues pensó, al igual que todos, que ante la premura de aprobarlo era mejor incluir su regulación de encuestas ahí para garantizar que saliera. Pero se equivocó y hoy seguimos en las mismas frente a estas mediciones. Por eso, a pesar de no ser expertos en estadística, como con el vino, hay ciertos básicos que deberíamos conocer para no tragar entero todo lo que nos dicen o nos sirven.
Primero la muestra: Es importante entender el tamaño de la misma y el margen de error qué implica. Por ejemplo, si dos candidatos están a menos del 3% de diferencia, y el margen de error es del 5%, entonces, estos candidatos están empatados. Segundo, las sub-muestras: Una encuesta puede ser muy confiable a nivel nacional, pero luego no tener tanta representatividad a nivel departamental o para las consultas. Es decir, los encuestadores pueden haber preguntado a muchas personas, pero solo un grupo pequeño proviene de un departamento concreto o piensa votar en una determinada consulta. Tres, la tendencia: Lo mejor es fiarse de encuestas que se repiten en el tiempo. Así, podemos ver la tendencia de los diferentes candidatos y entender, dentro de las limitaciones de cada medición, hacia donde esta yendo el asunto.
Estoy convencida de que las encuestadoras sobreviven de su prestigio y de lo acertadas que lleguen a ser prediciendo resultados. Por eso, no soy de las que cree en que se manipulan así no más. Sin embargo, el rigor estadístico tiene que estar presente, de lo contrario se ven abocadas a constantes críticas, acuñándoles incluso simpatía y favorecimiento a un candidato en particular. Por eso, vale la pena no olvidar los conceptos básicos sobre cómo leerlas y así no caer en los ataques o defensas que se les hacen sin mayor fundamento. No nos queda de otra, mientras se aprueba la regulación.