Una semana muy movida políticamente la que acaba de terminar. El rompimiento de la coalición de gobierno -por cuenta del proyecto de reforma a la salud- obligó al presidente Petro a provocar un remesón ministerial, con el fin de buscar mayorías en el Congreso de la República y con ello tratar de conjurar una crisis legislativa que aún no termina.
Básicamente el mandatario utilizó la situación para dos propósitos: el primero de ellos, afinar un gabinete ministerial mucho más cercano a su ideario político, lo que, evidentemente, cierra la posibilidad de que aparezcan nuevamente esas voces disidentes que se escucharon hace unas semanas, en relación con la reforma a la salud, y la transición energética. De otro lado, define una estrategia política de diálogo y relacionamiento con el Congreso, pues, el camino trazado hasta ahora, no ha surtido los frutos esperados en este período legislativo, donde los proyectos no han avanzado con la celeridad que el Gobierno esperaba.
En efecto, al inicio del mandato presidencial se conformó una gran coalición de gobierno que involucró gran parte de los partidos políticos, al punto de que estas organizaciones anunciaron ante el Consejo Nacional Electoral, su voluntad de declararse como partidos de gobierno. Tal situación garantizaba que los proyectos serían aprobados sin dificultad, dado que las mayorías eran incuestionables. Como era de esperarse, y en vista de que varias de esas organizaciones no apoyaron la campaña presidencial, esas mayorías se fueron diluyendo, en la medida en que se discutían proyectos que transformaban sustancialmente ciertos sectores o políticas públicas.
En conclusión, la estrategia de diálogo político con los presidentes de las organizaciones, para mantener un apoyo cohesionado de la totalidad de las bancadas, no surtió el resultado esperado, y, por el contrario, tiene en serias dificultades la posibilidad de sacar adelante la agenda legislativa. Definitivamente esa fallida estrategia, cobró la cabeza de algunos de los ministros cesantes.
En adelante los apoyos de los congresistas se buscarán de uno en uno, y no a través de los presidentes de los partidos políticos. Por un lado, el gobierno tratando de conseguir votos sumando a los parlamentarios rebeldes con sus organizaciones, y, por el otro lado, los directivos acudiendo al régimen de bancadas -ley 974 de 2005- para exigir que las decisiones se adopten de acuerdo a mecanismos internos, y por tanto obligar la actuación en bancada al interior del Congreso de la República.
En todo caso, será muy difícil para el gobierno avanzar en la agenda legislativa si no se planea con rigor el rumbo a seguir. Lo primero, priorizar los proyectos de mayor interés y dejar para el futuro aquellos menos relevantes, de manera que se logre descongestionar las comisiones constitucionales que hoy no dan abasto. Del mismo modo, debe definirse un único coordinador de la agenda, que, supongo, será el Ministro del Interior, quién debe contar con un sólido respaldo presidencial, inclusive para impedir que los ministros radiquen sus propios proyectos generando más congestión.
Esta semana será crucial en el Congreso ya que los partidos deben evaluar su posición política y definir si se mantienen de gobierno, o, bien sea, cambiando como independientes o de oposición. En todo caso, la construcción de consensos es la ruta adecuada y el respeto por la independencia de los poderes públicos, la clave para mantener una democracia sólida.