Es muy posible que la mayoría de los colombianos ya escogió por quien van a votar. Los candidatos han informado a los interesados: nuestro futuro depende de millones de ciudadanos y del discurso de cada candidato. Cada uno apuesta según su discurso: a) Por la paz, condicionada, a que los alzados en armas se entreguen primero…; b) otro apuesta por acabar con la epidemia nacional de la corrupción…; c) también hay quien centra su propuesta en la educación científica…; d) por otro lado, hay quien privilegia el bien común, como formula fundamental. En fin, hay mucho que se podría ofrecer.
Mientras tanto, el mundo entero está colgando de una cuerda floja. El costo de los alimentos es un imposible para más de la mitad de los colombianos, sin darse cuenta de que los alimentos ya son sembrados con tecnología que no conocemos (el caso de Ucrania es temporal, y ese país es uno los mayores productores de granos, y el mundo occidental le va a dar la mano), no podemos competir. En cambio, nosotros tenemos un paraíso inigualable: para el turismo. Es sabido que los países que han superado cualquier tipo de guerra han levantado la cabeza con el turismo internacional: solo faltaría preparar a nuestros jóvenes para ser los mejores anfitriones del mundo. El SENA está al nivel de los líderes mundiales en el turismo.
Por otro lado, seria ser prioritario revivir el ferrocarril. Mi papá, como ministro de obras del presidente Laureano Gómez, en su Plan Vial, privilegió el transporte ferroviable como irremplazable para reducir nuestra industria, y, de igual manera, el trasporte de los alimentos sería la solución del costo de los mismos, haciendo viable competir con otros países: sin transporte compatible no podemos sobre vivir.
Dicho sea de paso, el golpe de Estado del general Rojas Pinilla sirvió para que el dictador en su primer año de usurpación inaugurará cientos de obras y se apropió de obras fundamentales que estaban avanzando como el Hospital Militar de Bogotá, los aeropuertos de Pasto y El Dorado de Bogotá, al igual que los de Cartagena y el de San Adres (hoy llamado Gustavo Rojas Pinilla). De la misma forma, el estadio de fútbol de Medellín, la Plaza de Mercado de Girardot, la autopista norte de Bogotá, la recta Palmira-Cali, la rectificación de Canal de dique, los puentes dos puentes sobre el río Magdalena, así como los ferrocarriles diferentes a los dos o tres de principios de siglo XX.
Pero la propuesta maga fue El Dolores, del Tolima hasta Palmira del Valle. Esa se retomó años atrás porque las horas de viaje y los costos del combustible fueron razón de más para invertir allí. Otra hazaña fue frustrada por del golpe de Estado fue el plan vial.
En infraestructura el país ha avanzado mucho, pero falta bastante por hacer, y especialmente en cuanto a las vías terciarias se refiere. Cada año, en época invernal, vemos cómo la llegada a cientos de municipios se vuelve un calvario por el pésimo estado de sus accesos.
Esto es lo que en gran parte debe copar la agenda del nuevo mandatario. Gran parte de lo que muchos de los candidatos a la Casa de Nariño han anunciado es como un cuento de niños y, eso, es precisamente lo que nos tiene al borde de un abismo.