Mientras en la cumbre del capitalismo, Davos, dos de los temas principales fueron “restaurar la confianza” e impulsar el desarrollo de la inteligencia artificial para conveniencia del ser humano del futuro, desde el Capitolio de Washington se escuchó una voz más propia de lo que se conoció como “El Reparto de África”, cuando las potencias europeas colonizaron y dominaron el entonces llamado Continente Negro. La pugna entre esas potencias no fue siempre pacífica. Por cierto, los enfrentamientos con los Afrikáners, en la segunda Guerra con los Boers (1899), fueron relatados en entregas semanales por un joven corresponsal de The Morning Post londinense, Winston Churchill. Así empezó el consagrado estadista, a quien luego le correspondió salvar de Hitler a la cultura occidental.
Hay también en la voz de Trump afirmaciones que podrían ser parte de la novela de Hawthorne, La Letra Escarlata. Los abusos de la cultura woke deben ser enfrentados por los hombres libres, hartos de las imposiciones de conductas que nos hace parecer a la gente normal como los diferentes. Pero de allí a negarles derechos y oportunidades hay un abismo impensable en el mundo civilizado.
Este neoimperialismo, tan aplaudido en Washington, tendrá más tropiezos que éxitos. Cambiar el nombre del Golfo de México más parece un paso de comedia que la decisión de un gran gobernante. Es que el Siglo XXI, lleno de conflictos nuevos y guerras viejas, no admitirá que se repita un I took Panamá. “El paraguas defensivo del Pentágono”, de que hablará el general Omar Torrijos, no será nunca más abierto por los panameños de hoy. Como lo predijo Sergio Ramírez, un latinoamericanista en ejercicio permanente, la amenaza de Trump unirá a nuestros pueblos y tendrá el apoyo de las democracias del mundo.
Aunque el tema de la inmigración no tiene fácil solución, tratar a los que buscan “el sueño americano” como criminales, en la cuna de la majestuosa Constitución de Filadelfia, resulta inadmisible.
El avance de China en el continente lo resumió así un agudo empresario: es que China invierte mientras Estados Unidos se guarda sus dólares.
Fue notoria en Davos la inquietud de los europeos por la relación de la Comunidad con Donald Trump. Nadie ejerce hoy un liderazgo como el de Ángela Merkel, quién le gritó a Trump: “No vas a acabar con la OTAN. Europa se respeta”.
¿Camina el imperio norteamericano hacia un nuevo aislacionismo? Suspender todas las ayudas de los Estados Unidos a los países en desarrollo -mientras los revisa en 90 días- es un golpe muy fuerte que deja en el limbo programas y proyectos bien acreditados y muy necesarios. Usaid, por ejemplo, realiza una tarea ejemplar y admirada.
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Ya es hora de dejar atrás la tontería de todos los gobiernos de Colombia de buscar con afán diálogos de paz con el Eln, cuando -óigase bien- nunca ha dado la menor señal de estar interesado en la paz de Colombia. Al propio Presidente Petro le tiraron la puerta en la cara el 31 de diciembre del 2023 cuando, mal informado, anunció, con euforia explicable, acuerdos con Eln. Fue rápidamente desmentido con altanería por Antonio García.
La guerra en el Catatumbo no es más que la lucha por los territorios y la plata de la coca. Las guerrillas de hoy son grandes narcotraficantes amparados por el Gobierno criminal de Maduro. Confiar en el gobernante venezolano es de una ingenuidad muy peligrosa.
Insisto en que Colombia debiera tener un grupo permanente de expertos negociadores de paz, a órdenes exclusivas del Presidente de la República. A excepción de Juan Manuel Santos, todos los Presidentes han improvisado en un tema tan sensible y delicado.