Hay un lugar emblemático de Bogotá, con árboles centenarios y vegetación, donde es posible respirar mejor gracias a la naturaleza, situado entre las calles 86A y 87, con la carrera 11, frente a la embajada británica, en medio de zona comercial, financiera y turística, sitio reconocido de descanso y esparcimiento.
La Alcaldía Mayor quiere transformarlo en área de juegos deportivos con cemento y tala de los árboles, proyecto costoso e innecesario. Tengo afecto por el alcalde Enrique Peñalosa y reconozco sus esfuerzos tendientes a administrar bien la ciudad, pero en este caso se equivoca. Ecólogos, urbanistas y especialistas en medio ambiente deben opinar; es insensato insistir en una propuesta en perjuicio comunitario.
Si en lugar de embellecerlo y arreglarlo se opta por destruirlo los efectos serán negativos. A dos cuadras del parque del Japón está el del Virrey, muchos lo disfrutan, ubicado a lo largo de la calle 88 hasta la autopista norte que posee tres ciclo-rutas, dos ciclo-puentes, seis zonas infantiles, tres senderos peatonales, doce plazoletas, zonas de descanso, bebederos de agua para visitantes y mascotas, con una superficie extensa, lo atraviesa una quebrada, recientemente fue intervenido, sus árboles disminuyeron. Resulta ilógico deteriorar el primero y pelear con el medio ambiente.
La planeación de los parques es materia de estudio e investigación en las escuelas de planificación urbana, aquí se ha avanzado al respecto, el diseño no puede generalizarse y es indicado abstenerse de imponer modelos que no corresponden donde está probado el logro del esparcimiento verde.
El parque donado por Japón, desde luego, puede renovarse, sin alterar su estructura concebida hace más de sesenta años, en cuanto a iluminación, senderos, utilización de los espacios, señalización, facilidades de holganza. El Instituto de Recreación y Deporte de la capital se ha encargado de un relativo mantenimiento. Si bien es vecinal posee alcances amplios en beneficio de trabajadores, estudiantes, deportistas, lectores, caminantes, personas de distintas edades que lo aprovechan. Procuro en la columna tocar temas generales, en la ocasión creo provechoso referirme a un proyecto que urge revisar, indispensable incluir razonamientos respetuosos extensivos al desarrollo de propuestas de esta índole en la urbe.
El Alcalde debe analizar las determinaciones por adoptar sin suponer que las críticas a su iniciativa provienen de un sector de clase alta enemigo de la inclusión social. Su actual diseño se concibió para albergar a habitantes de diversos estratos amigos de la recreación pasiva, de encontrar solaz, de transitar puntos de encuentro provechosos donde sea factible la distensión. Adquiere trascendencia especial el proverbio indio: El que antes de su muerte ha sembrado un árbol, no ha vivido inútilmente.