Celebramos la fiesta anual que conmemora el nacimiento del niño Jesús. Millones de personas se reunieron familiarmente en numerosas partes del mundo para repartir regalos, cantar villancicos, pusieron pesebres, los niños entusiasmados participaron, los de Polonia comieron platos típicos, recibieron bastones de caramelos, en Filipinas la Navidad durará varios meses, en Japón la cena fue con pollo frito, en Irlanda proliferó la cerveza, en Noruega escondieron las escobas, en Ucrania, a pesar de la guerra, probaron el pudin , los Australianos se han trasladado a las playas y en Colombia disfrutamos de tradiciones que conservamos con orgullo.
Dentro del anterior marco dialogamos en estos días grandes y pequeños, viejos y jóvenes, tíos y sobrinos, ricos y pobres, comentamos acontecimientos de los últimos meses, destacamos éxitos y errores, repasamos noticias, nos deseamos buena suerte para el 2025 -el siglo lleva ya un cuarto de vida- en medio de tanto problema que agobia. A ese diálogo me uno, lamento que tras más de dos años y medio de gobierno, el fracaso de la actual administración sea inocultable, se ha incrementado la inseguridad, la violencia, la corrupción adquiere grandes proporciones, con equivocaciones flagrantes de muchos funcionarios públicos, de dirigentes políticos, la crisis afecta a distintos partidos y regiones, el tema, estoy seguro, no estuvo ausente el dialogo de Navidad, pero espero que un rayo de esperanza haya aparecido en nuestros hogares, que renovemos el propósito de convivencia pacífica, el espíritu de solidaridad, la mayoría de los colombianos profesamos principios democráticos y no estamos dispuestos a permitir que se perpetue el enfrentamiento fratricida y la demagogia.
La Navidad contiene un sentimiento que inspira a tender la mano recíprocamente, a dar lo mejor nosotros mismos, a compartir ideales culturales, energía positiva, a encontrar salida a las dificultades, a respaldar a compatriotas responsables y diligentes que asuman la jefatura idónea, diferente a la errónea que soportamos con descaecimiento institucional y humano. El inconformismo, sin motivaciones personalistas, sino con la plena convicción de que urge un relevo dentro de los marcos de la Constitución y de la Ley, se extiende por doquier.
Ojalá que en el planeta cesen las guerras, los conflictos entre pueblos por motivos religiosos, políticos y económicos, los extremismos destructores y el derramamiento permanente de sangre. Queremos líderes para la Paz y no frenéticos compromisarios de órdenes y mensajes cargados de odio. De todos modos, aún a sabiendas del impacto del negativismo que crece en regiones desventuradas, en contra de la inteligencia
¡Feliz Navidad y Prospero Año 2025!
Coda- En Colombia no habrá reforma tributaria, ojalá que se controle el gasto público y paren los trinos desorbitados que distancian a las ramas del poder y afectan a la preocupada ciudadanía, que no aparezcan más fantasmas.