DIEGO ARANGO* | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Agosto de 2012

Enfermedad progresiva

 

Como una enfermedad progresiva por prácticas anormales e indebidas, el congreso de la Republica ha contaminando la democracia. Colombia, que ostenta el titulo de la democracia más antigua y estable de América, está pasando por una profunda crisis de legitimidad al tener un Congreso mayoritariamente cuestionado, investigado y comprometido con agentes del delito.

Prueba de ello son 13 de sus últimos presidentes, todos ellos investigados, la mitad han estado presos y condenados, otros defendiéndose de las acusaciones y de las pruebas presentadas por la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia. Pero más allá de los presidentes en cuestión, muchos parlamentarios afrontan demandas por corrupción, otros por influir en negocios con dinero del Estado a sus familiares, allegados y amigos que les financian sus curules. Más grave aún aquellos acusados por crímenes o asociación con paramilitares y narcotraficantes, con carteles de la contratación, masacres y los de menor incidencia por inhabilidades.

Ante esta realidad la orientación del país se resiente, pues la legitimidad de la democracia entra en duda. El Gobierno nacional necesita de un Congreso que legisle y ejerza control político, pero en nuestro caso el 92% está con el gobierno y no se resuelve ninguno de los graves problemas que afronta la Nación. Razón de ello es la grave situación del Congreso, que enfoca sus actividades a la defensa de su situación o intereses; es el caso de la audaz reforma a la justicia que presentaron en alianza con el Gobierno para blindar a los congresistas encartados con la ley sin importar las verdaderas necesidades de la justicia y la gente.

De verdad que Colombia tiene que hacer algo urgente para resolver esta profunda crisis moral del Congreso, pues mientras el sistema electoral permita la reelección indefinida de los parlamentarios o de sus casas electorales, el presupuesto de la Nación seguirá esquilmándose en más del 30%, las necesidades de los colombianos jamás se resolverán, la delincuencia seguirá reinando y lo peor es el peligro que se corre de ser presas de alguna aventura dictatorial que por lo general llegan cuando todo parece estar perdido. No sé si será por vía de una asamblea constitucional o una nueva constituyente, o por revocatoria del actual Congreso para ejercer limites y controles adecuados en el Legislativo, pero el sistema político debe cambiar.

www.diegoarango.com

*Presidente Canal Teleamiga Internacional