FUE miembro destacado de su generación, presidente de la Cámara de Representantes, senador, buen gobernador de Cundinamarca, creador del primer programa de relaciones internacionales en Colombia en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Canciller de la República, Embajador en Francia, autor de libros como Mares de Colombia, La Era de la Antártida, La Diplomacia Secreta, El Meridiano 82 Frontera Marítima, La Tercera Generación de Derechos Humanos, lucida su participación como constituyente en la discusión y aprobación de la Carta de 1991, en las academias, durante lustros dictó clases, recuerdo lo anterior en un país con poca memoria histórica.
Suscribió el Tratado de Montería, Uribe Vargas-Ozores, en 1979, por el cual Panamá ratificó el reconocimiento de los derechos de tránsito sobre el Canal. Este Tratado garantiza a perpetuidad que el gobierno de Colombia pueda movilizar sus tropas, naves y materiales de guerra sin restricciones, que nuestros productos naturales e industriales transiten libres de gravámenes, el uso del ferrocarril de Colón a Ciudad de Panamá, la administración Turbay Ayala preservó derechos en duda.
En 1980, cuando el gobierno sandinista de Nicaragua, en un acto ilícito internacional decidió convocar al cuerpo diplomático acreditado en Managua para comunicar la anulación unilateral del Tratado Esguerra-Bárcenas de 1928, el canciller Uribe Vargas declaró que ninguna Nación puede abrogarse la capacidad de desconocer acuerdos debidamente perfeccionados con otros países y menos aún declarar su nulidad o pretender su no observancia. El gobierno de Colombia rechazó de plano la pretensión de abolir un instrumento válido, perpetuo, en plena vigencia a la luz de las normas jurídicas. En 1981 publicó el Libro Blanco de la República de Colombia dejando clara la no aceptación de litigio alguno.
Cuando Nicaragua demandó a Colombia en 2001 y la Corte Internacional de Justicia aceptó tramitarla el excanciller Uribe expresó que nuestro Estado debía analizar a profundidad su comparecencia en el Tribunal, pero sucesivos gobiernos optaron por la presencia en estrados y si bien la Corte confirmó en el 2006 que el Tratado Esguerra-Bárcenas continúa intangible y ratificó la soberanía de Colombia sobre el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en sentencia del 2012 dijo que el meridiano 82 no es frontera marítima, desde entonces muchos cosas han pasado en perjuicio nacional intensificadas con las últimas demandas de Nicaragua contra Colombia, una por incumplimiento de ese fallo y otra la de solicitud de extensión de su plataforma continental a más de doscientas millas. La posición fijada por la administración Turbay Ayala de no otorgar jurisdicción a la Corte para conocer de la “disputa,” -que no lo era- se fundamentó bien.
Admirable el manejo cauto en el caso de la toma por el M-19 de la Embajada de República Dominicana en Bogotá en febrero de 1980, que se prolongó varias semanas, el movimiento insurgente, ansioso de protagonismo, quería aprovechar el factor sorpresa en la extraña operación violenta.
Diego Uribe Vargas, liberal, defensor de la democracia y la libertad, ocupa ya el puesto que le corresponde en la historia.