Dignidad en la partida | El Nuevo Siglo
Miércoles, 16 de Noviembre de 2022

Cuando una persona muere por una enfermedad de las que conocemos como terminales y lo hace por las complicaciones de la misma, he visto muchas veces que cuando es importante o famosa, en los titulares dice: “falleció después de haber luchado contra una terrible enfermedad”. Nunca se menciona que enfermedad, ni se profundiza en cómo fue el proceso de los últimos días de vida, ni se cuestiona si tomó esta decisión o contemplo otras. Entiendo que esto se hace por respeto a la persona y a sus familiares en un momento difícil.

Lo que no he podido entender es porqué se volvió noticia frecuente y se expone como un titular, que en un hecho de intimidad y de alivio de su sufrimiento, las personas deciden solicitar la eutanasia. Esto me parece un irrespeto por el ser humano y por la familia porque queramos o no, es una forma de estigmatizar el proceso de la muerte. ¡Qué nos importa! Si muere a través de la eutanasia, o de forma natural o por sedación paliativa o por muerte asistida. Lo que importa es que cada persona vivió y murió con el mismo valor de ser humano y buscando la mayor dignidad posible. Creo que son cosas de tan alta intimidad y decisiones que son tan difíciles de tomar para un paciente y su familia, momentos donde se cuestionan si se está preparado para dejar de existir de un momento a otro, donde se sienten entre la espada y la pared -entre el dolor y la decisión de alivio radical- pero también de dejar a sus seres más queridos, al amor de la vida, a los hijos, a los padres. Por eso pido respeto por cada persona que en una situación difícil y de terrible sufrimiento decide tomar la decisión que sea, deberíamos honrarlo, mas no publicarlo.

Este tema de la eutanasia en Colombia, por el solo hecho de mostrarlo como la única vía para tener una muerte digna, ha hecho mucho daño por estigmatización a los pacientes, las familias, al gremio médico, porque se ha utilizado como una forma de vulnerar la intimidad de las personas que sufren. Nadie está dispuesto a ponerse en el lugar de quien está muriendo en sufrimiento y se enfrentan a tan difícil decisión, como para que convirtamos esto en una noticia que sale en redes sociales o medios de comunicación. El proceso de la muerte es un momento trascendental en la vida de las personas, un momento personal e íntimo.

Todo esto lo digo porque me duele como ahora todo procedimiento para aliviar el sufrimiento se convirtió en eutanasia y quiero aclarar que esta no es la única forma de llegar a una muerte digna. Hoy en día, para quien lea esta columna, podrá salir a conversar informado con su médico tratante sobre cómo quiere morir. Cuando uno sufre frente a una situación de “la muerte inevitable” tiene cuatro caminos: el más frecuente es quien decide luchar hasta el último día para seguir viviendo esperando siempre un milagro, el segundo es el de solicitar cuidados paliativos que permitan tener un proceso hacia la partida libre de dolor y de síntomas desagradables y sentirse acompañado hasta el último segundo de vida, dentro de estos cuidados en muchas ocasiones cuando hay un sufrimiento que no se puede aliviar con nada, se realiza una sedación paliativa que es cuando se aplican medicamentos sedantes a dosis controladas para que la persona duerma profundamente y se alivie el sufrimiento esperando que su enfermedad siga su curso natural y cause la muerte en días o semanas. El tercer camino es la eutanasia, en donde la intención es quitar de manera inmediata la vida de la persona aplicando una medicación a dosis letales y la cuarta se llama muerte asistida y es cuando el médico le da el medicamento para que sea el mismo paciente quien se lo aplique para causar la muerte.

Cualquiera de estas es producto de una decisión intima, personal y que solo le interesa a quien la toma y a quien quiera comunicársela, como su familia y círculo más cercano.