Cada día los moradores nos distanciamos más unos de otros y se hace más complicada la convivencia, sucede también dentro del propio núcleo familiar, donde tampoco somos capaces de soportarnos unos a otros. De pronto, entramos en peleas inútiles, en conflictos domésticos absurdos, cultivando problemas innecesarios que nos llevan realmente a un callejón sin salida. Son estos pequeños trances los que nos van minando hacia sociedades bélicas que no se aguantan.
Realmente andamos demasiado ocupados en luchas internas, llevándonos a una atmósfera irrespirable de crueldad, que hemos de atajar más pronto que tarde. Por si esto fuera poco, hay una cierta alarma mundial por los continuos asesinatos a defensores de los derechos humanos. Desde luego, las víctimas y sus familias han de ser reparadas con la verdad siempre y haciendo justicia. La impunidad ante este círculo vicioso y endémico vengativo, desbordado por multitud de hechos violentos debe detenerse, pues para garantizar un entorno libre y seguro, hace falta abordar con suma urgencia medidas de protección colectiva, sobre todo para proteger a los indefensos. Sea como fuere, tampoco podemos continuar separados de lo auténtico, que es lo que verdaderamente nos pone en camino de la verdad. Prologar la humillación y prolongar el desprecio entre semejantes es una terrible necedad.
Los europeos, aparte de ser los mayores bebedores de alcohol del mundo, cuentan con el mayor riesgo de sufrir enfermedades mentales, pues al menos cincuenta y cinco millones de niños sufren algún tipo de maltrato, según los últimos datos vertidos por Naciones Unidas. Indudablemente, cuando en las raíces de la vida humana, no se deja ver el carácter de comunión y complementariedad de géneros, difícilmente podemos propiciar alianza alguna. Por otra parte, la desertificación, la degradación de las tierras y la sequía son grandes amenazas que afectan a todos los ciudadanos, en particular a mujeres y niños. América Latina y el Caribe es una de las zonas más propensas a los desastres naturales. Sin duda, el cuidado de la tierra, de nuestra casa común, también puede ayudarnos a afrontar la emergencia mundial que nos plantea el cambio climático, lo que requiere que el futuro lo tenemos que cultivar juntos. También el continente africano viene sufriendo una violencia terrorista sin precedentes. La sequía y la violencia vienen afectando a sus moradores hasta el punto de tener que huir para poder continuar viviendo. Luego está el peligro nuclear y el caos en Oriente Medio, que amenazan la estabilidad mundial, en parte suscitada por esa desconfianza a la hora de reunirse y establecer diálogos constructivos. Está visto, que distanciar latidos entre personas, ya es un modo de fenecer.
En consecuencia, estoy convencido de que necesitamos perseverar en los valores para poder franquear distancias que nos separan. A mi juicio, todo requiere trabajo y constancia, también coherencia y entusiasmo, para poder reconciliar sentimientos y conciliar pasiones. Por esta razón, la estirpe continúa siendo una institución social, donde el amor genera vínculos de paz y estrellas de luz, que no puede ni debe ser reemplazada, pues es donde nace nuestro propio futuro.