El 28 de julio y el próximo 5 de noviembre ocurrirán dos elecciones en dos países de gran importancia para Colombia. La de Venezuela, la más próxima, y la de Estados Unidos. Los resultados de cada una de ellas tendrán un impacto real y muy significativo en la vida colombiana, en todas sus dimensiones. Comencemos por el tema de Venezuela.
Sí, países hermanos, en algún momento Venezuela fue el lugar hacia el cual se desplazaron muchas familias colombianas no sólo por la cercanía, sino también porque se trataba de un país, el más rico de la región, donde los colombianos encontraron la esperanza de un mejor nivel de vida. Sobre decir que eso ya no es así. El descalabro económico que ha sufrido ese país como consecuencia de las estrategias del chavismo pues le han quitado todo atractivo y lo que está ocurriendo es, exactamente, lo contrario y en proporciones bien superiores. Es el caso de los millones de migrantes venezolanos que Colombia acogió y que una ley del gobierno de Iván Duque, elogiada internacionalmente, les permitió encontrar un ambiente si no tan rico como el que nos ofrecía la Venezuela anterior al chavismo sí, por lo menos, un espacio para obtener un mínimo de bienestar para adultos y niños. Muchos creen que las migraciones constituyen una ventaja positiva para el país receptor. Es algo que está por verse en el caso de Venezuela y Colombia.
Estados Unidos, un país construido por migrantes, sin duda es un ejemplo descomunal del enorme aporte que este tipo de población ofrece. Claro que hoy el debate sobre el tema migratorio no solamente es central en la vida política de Estados Unidos y de países europeos, sino que ya no se le atribuyen las ventajas que fueron su principal característica hace muchas décadas. Quizás países como Australia y Nueva Zelanda tienen una actitud mucho más positiva frente a corrientes migratorias que los pueden favorecer.
El triunfo de la oposición en Venezuela tendría un impacto muy saludable en la vida política, económica y social colombiana. Se iniciaría un proceso de recuperación enorme de nuestras exportaciones, muchos venezolanos hoy radicados en Colombia regresarían a su patria, pero mantendrían vínculos muy constructivos con Colombia, y el intercambio tranquilo entre las dos naciones volvería ser una fuente muy apreciable de ingresos para ambas naciones. Y todos los factores negativos que hoy perjudican tanto a Colombia, como la protección de grupos armados ilegales en territorio venezolano, la facilitación de rutas claves para el tráfico de drogas, otros negocios ilegales que han hecho muy difícil la vida en la extensa frontera que tenemos, le devolverían mucha tranquilidad a Colombia y por qué no decirlo a la propia Venezuela. Ojalá ese horizonte que la oposición venezolana está acariciando y que desde aquí vemos con mucha esperanza tenga lugar este domingo.
La elección del 5 de noviembre en los Estados Unidos es, también, clave para Colombia. En primer lugar, porque hemos vivido más de 200 años de una valiosa amistad que no obstante algunas dificultades, mayores como fue la de la separación de Panamá u otras menores, se mantiene en muy buen estado hasta nuestros días. Entiendo que ya se están realizando estudios en los Estados Unidos sobre cuál sería el impacto de un triunfo de Trump en la relación de ese país con el gobierno de Petro, y no tanto con Colombia. Pero cómo separar los dos fenómenos. Convendría que se hicieran algunas reflexiones al respecto para, así, anticipar algunas respuestas que puedan aliviar una situación que puede ser muy conflictiva y perjudicial para los intereses de Colombia. El triunfo de Kamala Harris permitiría vislumbrar una relación como la que hemos venido contemplando desde el 7 de agosto de 2022.
Es que las relaciones internacionales con estos dos países son eminentemente intermésticas, o sea, internacionales y domésticas, porque giran en torno de asuntos de una gran importancia doméstica, interna, y no son solamente de una naturaleza internacional. Una Venezuela próspera y democrática, y unos Estados Unidos de América prósperos y defensores de la democracia son aliados imprescindibles para Colombia. Digamos, usando una expresión que hizo muy popular la secretaria de Estado Madeleine Albright, son para nosotros naciones indispensables.