La forma como el Presidente Duque ha afrontado las marchas, las protestas y los cacerolazos, nos hacen regresar a ese 2 de octubre del 2016, cuando el uribismo a base de mentiras y miedo, hizo salir a la gente a votar “emberracada” o “enverracada”, engañada, enojada, enardecida y temerosa.
Son muchos los Juan Carlos Vélez que hay en el Centro Democrático. Abundan los aventajados alumnos de Goebbels rodeando al Jefe del Estado. Se aprovechan de su buena fe para pescar en río revuelto, sin importarles el mandatario.
Cuando empezaron a prepararse las marchas del 21N las desprestigiaron, las emperifollaron con perversos epítetos y las embadurnaron con el terrorismo, el castrochavismo, la venezolanización y otras deshonras que le endilgaron al plebiscito del 2 de octubre.
Creyeron que este pueblo no había aprendido la lección, y que como borregos se lanzaría al mar.
La juventud, la generación que busca un país con futuro, asumió las riendas y no se dejó intimidar, ni acoquinar. Dos y parte de una tercera generación, se agruparon y presentaron 13 puntos fundamentales para negociar con el Presidente. Pero ya la arrogancia de “los Vélez” del CD, lo manejaban y “salió a conversar emberracado (enverracado)”. Hasta le cambió el nombre estos diálogos entre gobernantes y gobernados: los llamo conversación, para degradar y minimizar los coloquios. Y algo más grave: intentó dividir el movimiento al mezclarlo con varios gremios y sectores de otras áreas de la sociedad, que nada tenían que ver con el tema.
Entre tanto, aparecían encuestas bastante desfavorables para Duque, su mentor y el partido de gobierno. Eran el resultado de las cifras de la derrota electoral que acababan de sufrir.
El gobernante seguía despreciando a la juventud que marchaba, cantaba y caceroleaba sin temor, porque como ellos mismos pregonan: “nos quitaron hasta el miedo”. Y quitar ese miedo no determinaba violencia, como lo han demostrado las manifestaciones pacíficas que invaden las calles de las ciudades colombianas.
El Procurador, un hombre pensante y ecuánime, intervino para lograr que el Presidente dialogara y que no permitiera que estas demostraciones se prolongaran en el tiempo. Duque, despreció ese aporte y como suele suceder con el uribismo, lo acusó de electorero. Por fortuna una encuesta rodeó a Fernando Carrillo, porque la gente cada vez cree menos en Duque.
Como el gobierno no escucha y aplica la “emberracada” y la arrogancia para negociar, insiste en pasar a como dé lugar la reforma tributaria, sin importarle que sea uno de los temas que reprocha el paro nacional, aplica la “mermelada made in Duque” para pupitrear improvisados e injustos castigos para las clases populares.
La juventud está en marcha, canta por Colombia y sacará adelante la voz de la calle.
BLANCO: Se salvó Avianca, nuestra gran empresa.
NEGRO: Claudia enfrenta ya y con destreza el orden y el tránsito en Bogotá, ciudad a la que dejó Peñalosa como una urbe fea, llena de horribles tarros de basura, parálisis y sin vías.