Los países desarrollados no deben su prosperidad a la explotación de otros países más pobres sino al trabajo, la acumulación de recursos, la reinversión de sus ahorros y la intensidad de su comercio. Así se ubican en jerarquía de privilegio los países europeos, China, Rusia, Japón. La riqueza está en el hombre. Sus destrezas, su espíritu de superación, su afán de superar obstáculos. En vez de crecer hacia dentro, se proponen expandir su riqueza, sus productos, sus creaciones en todos los órdenes. Los que se dedican a criticar a las potencias son aquellos que sistemáticamente satanizan a los que se imponen. Eso ocurre con las naciones tercermundistas.
No podemos continuar insistiendo en el intimidante lenguaje de censurar a los poderosos sin argumentos serios. Es vulgar superstición de los latinoamericanos de pensar que la pobreza se acaba atacando la riqueza. Lo que tenemos que combatir es la miseria donde este. La educación, la vivienda, la atención médica, no son derechos sino objetivos. De nada sirve consagrarlos en leyes mágicas, sino se tiene con qué pagarlos. Una sociedad sana asciende a estas metas mediante el trabajo productivo y no por alegres decretos o leyes demagógicas. Los remedios legales -fetichismo jurídico-, sin base económica con que sustentarlas, son populismo, produce crisis y frustración, endeudamiento y desde luego más pobreza. Es soberbia estupidez afirmar que como nos pagan mal nuestros productos, la culpa es de los explotadores. La falla puede estar en la baja productividad, la mala calidad o el alto costo en la elaboración de nuestras cosechas.
Todo lo dicho antes se nos ocurre al ver la situación de avanzada de países como Rusia. Increíblemente, en pocas décadas se le respeta en lo económico y financiero, gracias a esfuerzos, disciplina, tenacidad y gran imaginación. En el Senado de Colombia se ha repetido que en este momento lo que EE.UU. compra a Colombia es insignificante y en cambio nos inundan de productos norteamericanos. Rusia ha mejorado notablemente las relaciones comerciales con Colombia. Les vendemos ganado y multitud de productos. Europa y EE.UU. con el argumento sanitario rechazan nuestra producción. El Tratado de Libre Comercio para los latinos, en general ha sido desventajoso. Norteamérica, cuando se negoció, exigió que EE.UU. se reuniera individualmente con cada país para dialogar y producir acuerdos. No aceptó que todos los países o grupos de naciones conversaran en grupo. ¿Por qué?... Siempre el fuerte domina y exprime al débil.
No solo Rusia. También China pasaron del total comunismo a un gobierno con dos sistemas. Es decir, la propiedad privada funciona a las mil maravillas. Esto revela la capacidad de adaptarse a lo que más le conviene al pueblo en un momento determinado.
Miguel Santamaría Dávila, Diego Tobón Echeverri, Alfonso López Caballero, embajadores nuestros en Rusia han promovido un enorme esfuerzo económico. Y está bien; el mejor embajador es el que mejor vende la producción de su país.
El actual Embajador de Rusia en Colombia, el profesor Sergei Koshkin, dio una gran recepción en honor del empresario Oscar López por muy significativas gestiones a favor de Colombia y Rusia. Se hicieron presentes gremios muy representativos y valores sociales diversos. A Oscar López lo condecoro el mismo presidente Vladimir Putin en Moscú con la condecoración “La buena amistad”. El reconocimiento en Rusia fue de gran categoría. Oscar López ha promovido la actividad comercial. Pilotos colombianos se han capacitado en Rusia.
El profesor Sergei Koshkin, en su discurso, demostró concretamente el vigor de las relaciones de estas dos naciones en este momento.
Es admirable la consolidación de la economía de Rusia según las mejores cifras en varias áreas. La pobreza absoluta ha disminuido significativamente. Rusia avanza, a nivel internacional en lo financiero.
Hace pocas décadas Rusia vivió dolorosas dificultades. Tuvo variadas crisis. Pero en lugar de lamentarse y quejarse, habló de oportunidades y desafíos. Y nadie le niega el gran protagonismo.