Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Lunes, 12 de Octubre de 2015

 

“Un verdadero compromiso existencial y trascendente”

Eduardo Vargas Montenegro, PhD

ESENCIA

 

Vida

La  vivimos todos los días, pero aún no terminamos de comprenderla. Tenemos muchas aproximaciones a ella, las que hemos ido construyendo, revaluando, reformulando y reciclando a lo largo de nuestra historia común como humanidad. Desde la aproximación en la que voy, creo que la vida es mucho más que lo que evidenciamos con nuestros propios ojos, e incluso mucho más de lo que podemos constatar a través de los microscopios y los telescopios más potentes. Encierra en sí un misterio que a lo mejor no corresponda que comprendamos completamente, sino simplemente que lo atestigüemos: sí, la vida es misteriosa, maravillosa, compleja. Sin embargo, sí estamos en capacidad de percibir muchas cosas alrededor de ese misterio, que si escuchamos con atención nos ayudaría a ser más compasivos e integrados unos con otros y con todo lo que existe.

La consciencia está presente en todo lo que conocemos -y en lo que aún no-, como una manifestación de esa Consciencia Universal infinita de la que todo proviene.  Nada está alejado de esa consciencia mayor, que como una gran matriz contiene y alimenta. Esa es la fuente de la vida, que mana a cada instante. Hay consciencia en la roca que hasta hace algún tiempo considerábamos inerte, como también en el pasto sobre el que jugamos o la arena húmeda de una playa.  También en la lechuga y las zanahorias, como en el salmón y la res. En todo está imbuida esa gran Consciencia -en mayúscula-, pero nos falta todavía hacer consciencia -con minúscula- sobre ello, el darnos cuenta de la profunda realidad que nos envuelve. Hemos ido reduciendo la vida a lo cercano, a eso que nos afecta en la cotidianidad, y con ello hemos ido perdiendo perspectiva y profundidad: no nos damos cuenta de que el agua del planeta se nos agota hasta que un corte imprevisto hace que no salga por la pluma de la cocina.

Muchas veces no nos detenemos a pensar que vivir no es algo que nos sea dado por derecho, sino que tiene propósitos, individuales y colectivos, que implican un verdadero compromiso existencial y trascendente. Tampoco estamos habituados a sentir que estamos conectados con las gotas que brotan en el páramo cercano, las cebras de África o las arenas del desierto de Gobi. Pero en realidad estamos hechos de lo mismo, solo que en diferentes proporciones; entre más rápido nos demos cuenta y ampliemos nuestra consciencia, mejor. Esta también es una opción política: necesitamos elegir propuestas de desarrollo que apunten a la preservación de la existencia, que la reconozcan como una totalidad y como tal la asuman integralmente, en consciencia sostenible y sustentable. La vida es frágil: en cualquier momento se rompe.

@edoxvargas