En el dominio humano, la retroalimentación y la autogestión facilitan el control y la automatización de procesos. De hecho, según la cibernética, el Feedback y Feedforward se complementan: uno corrige significando experiencias, y otro proyecta expectativas.
Montessori señalaba que no debemos sesgar los modelos mentales de los aprendices, inoculando nociones preconcebidas; y agregó que era impropio el uso de premios o castigos para forzarlos. Promoviendo el carácter autodidacta, acondicionaba entornos libres, dotados con posibilidades, para que exploraran combinaciones y descubrieran relaciones.
Si bien asimilar la incertidumbre y la ambigüedad podría beneficiarse de esa orfandad o anarquía, estudios sobre creatividad demuestran la ineficacia de la Hoja en Blanco, y que las pautas dinamizan la productividad. Es decir, la coordinación, usando marcos de referencia, beneficia muchas fases del aprendizaje y la gestión.
Es importante aclarar para qué se evalúa, qué se mide y cómo. Al respecto, las rúbricas de competencias representaron un avance, pues permiten a los auditores, evaluadores y evaluados conocer el propósito, los criterios de éxito y los próximos pasos. Sin embargo, usualmente no son conocidas, comprensibles ni concertadas.
Actualmente se distingue entre Valoración para El Aprendizaje y Evaluación Del Aprendizaje, destinando la primera a reforzar el proceso (integrativo), y la segunda a justificar su costo-beneficio (sumativo). En cualquier caso, la principal falla del sistema es realizarlas de manera esporádica, forzada y de afán: sin continuidad ni oportunidad, sin contextualización ni sentido, y sin paciencia.
Buckingham publicó La Falacia de la Retroalimentación (The Feedback Fallacy, 2019), cuestionando el Efecto Idiosincrático (idiosyncratic rater effect); según su investigación, la mayoría de los evaluadores tienen prejuicios hacia el evaluado o se proyectan. Aunque el proceso pretenda ser un “vidrio”, se convierte en “espejo”; la excelencia se convierte en un Punto Ciego, y los vacíos se acumulan mientras avanzamos hacia grados de exigencia superior, cumpliendo con el Principio de Peter, según el cual promovemos a los incompetentes.
Algunos consejos incluyen: 1. Evaluar el proceso, no el resultado; también la progresión y la motivación. 2. Resaltar aquello que se hizo bien. 3. Enseñar estrategias genéricas, no soluciones específicas. 4. El feedback para 1 persona nunca debería ser igual; menos para 2 personas. 5. Desafiar a los aprendices; procurar que asuman responsabilidad, y reflexionen.
Contraintuitivas, las evaluaciones tradicionales visualizan a los estudiantes como computadoras, imponiendo exactitud, precisión y presión. Además, los castigos terminaron guiando a muchos a buscar atajos, demostrando actitudes Defensivas o de Competencia Desleal.
Hoy, muchos procesos deberían ser asincrónicos, además de enriquecerse con la gamificación y la personalización, usando evaluaciones adaptativas, para ilustrar en qué falló (o acertó), y porqué, para mitigar la frustración y activar la curiosidad.
No evaluemos todo de manera general, ignorante e inconsecuente; pretenciosa y caprichosa: “like” o “like-rt”. La excelencia no es homogénea, y las rúbricas no pueden convertirse en partituras que debemos interpretar sin entender el espíritu de su composición.