El agua y los ODS | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Marzo de 2017

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medioambiente y el Desarrollo (Cnumad) de 1992, que tuvo lugar en Río de Janeiro y que marcó un hito histórico, declaró el 22 de marzo de cada año como el Día mundial del Agua. Se trataba y se trata de llamar la atención de la comunidad internacional sobre la importancia del recurso hídrico, sobre la necesidad de protegerlo y hacer un uso más racional del mismo. Ello es cada día más apremiante, dada la severidad y recurrencia de la variabilidad climática con sus fenómenos extremos de sequías e inundaciones prolongadas.

Como es bien sabido el agua dulce es un líquido vital e infaltable, que apenas representa el 3.5%, en contraste con el 96.5% de agua salada en el planeta tierra. Paradójicamente, el agua es un elemento que abunda en la naturaleza, pero a la vez escasea en muchos lugares. Se estima que un tercio de los 7.505´452.038 de habitantes en el mundo están asentados en zonas en donde no es fácilmente asequible, al tiempo que el 20% de dicha población no cuenta con agua tratada para saciar su sed.

Por lo demás, el agua potable dejó de ser hace rato un bien libre para convertirse en un bien económico, después de considerarse un recurso natural renovable, por cuenta del cambio climático se tornó en un recurso natural no renovable y por lo tanto expuesto a su agotamiento. Como bien lo plantea el experto Álvaro Sánchez  “para que un recurso natural pueda ser considerado renovable sus ciclos de regeneración deberán ser superiores a su velocidad de extracción. El planeta no produce agua nueva, el agua es estable sobre la tierra”. .

El agua, como tenía que ser, la defensa y protección, así como el acceso al agua potable y su gobernanza, están en el centro de los ODS. El Objetivo 6 (agua limpia y saneamiento) tiene entre otras metas: lograr el acceso  universal y equitativo al agua potable y a los servicios de saneamiento, a un precio asequible para todos, la utilización eficiente del recurso hídrico. Se procura también la reducción para el 2030 a la mitad del porcentaje de aguas residuales sin tratar y un aumento sustancial del reciclado y la reutilización en condiciones de seguridad a nivel mundial.

De allí que este año haya dispuesto las Naciones Unidas poner el foco en el agua residual o servida que se desecha después de su uso, propendiendo por su reducción, así como la posibilidad de su reciclaje y reutilización de la misma, desde luego después de ser tratada. Mucha de esa agua residual que se vierte a ríos, quebradas y afluentes, así como al sistema de alcantarillado, puede aprovecharse ya sea para usos industriales o en la agricultura. De esta manera se puede lograr que el ciclo del agua funcione de forma más satisfactoria y así optimizar su aprovechamiento.

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*Exdirector ejecutivo de la Federación Nacional de Departamentos