Fastuosa la ceremonia de posesión del nuevo Presidente de la primera potencia del mundo. Puesta en escena elegante, arrogante, todo ello se puede resumir en el impactante traje -con su enigmático y provocador sobrero oscuro de ala ancha, estilo canotier- que lució la hermosa primera dama, Melania, que le ocultaba el rostro y le impedía recibir besos, hasta del propio señor Bezos, instalado en la tarima de honor. Trump lucía como todo un emperador, desafiante, y empezó diciendo que “Hoy empieza la era de oro en América” como para, de entrada, desmarcarse de la “era de bronce” que dejaban regada en el camino de la historia los señores Joe Biden y Kamala Harris.
Fue un discurso del talante de la derecha pura. Hasta intentó poner freno al tema de la identidad de géneros, circunscribiéndolo a los dos que normalmente son, para iracundia de quienes llevan la cuenta en siete tipos de estereotipos y esperan más, en su alocada espiral progresista… Promete lanzar la operación de deportación de inmigrantes más grande en la historia, a manera de instinto de conservación de su nación; ha calificado el Green New Deal demócrata, para combatir el cambio climático a través de la transición hacia energías limpias, como un “Nuevo Engaño Verde” (del que nuestro delirante Petro es líder) y “amenazó” con llamar Golfo de América al Golfo de México- asunto meramente semántico- y con recuperar el Canal de Panamá.
Del último, dijo que tiene a China por operario y le costó a USA, 38.000 vidas humanas, “cifra ridícula”, corrige la profesora de Historia de la Universidad de Maryland Julie Greene, quien refiere 5.800 muertos, quizás más, pero asegura que “la mayor mortalidad afectó a los trabajadores negros caribeños, no a los ciudadanos estadounidenses, cuyas bajas durante la construcción pueden situarse entre 1.000 y 1.200”.
Guido Alejandro Rodríguez Lugari (cuyo padre fue representante y corresponsal de El Siglo en Panamá), mi compañero de la U y exfiscal general de cuentas de ese hermano país, con enorme futuro político, me ha explicado que “Trump parte de una información falsa y distorsionada, el Canal siempre ha sido de Panamá; la devolución no ha sido un “regalo tonto” sino el resultado de un largo y arduo proceso de negociación que cristalizó en un tratado internacional los acuerdos Carter-Torrijos y el deseo de Trump de recuperar el Canal es violatorio del Derecho Internacional Público y de los principios de la Carta de la ONU”.
Con respecto a ese difundido “cuento chino” -que Trump trajo a colación en su discurso- dice que “ese ha sido un caballito de batalla de los senadores Republicanos más conservadores, desde 1997, porque la concesión de dos de los nueve puertos fue otorgada a la empresa del Hong Kong británico, Hutchinson Wampoa, que cotiza en bolsa y ha operado puertos en los EEUU, y que los aspectos relativos a tarifas, etc. podrían llegar a ser parte de una negociación entre ambos países, pero la cuestión central relativa a la propiedad del Canal debe estar fuera de toda discusión”.
Post-it. La tragedia del Catatumbo es apenas un botón de muestra dentro del costurero de la farsa llamada “paz total”. La región se la tomaron las Farc y el Eln, con ánimo de señores y dueños -ante la desbandada del Ejército- y allí ha renacido, cual ave fénix, el Epl, mismo grupo que AUV prácticamente exterminó, hasta que entre Santos Iscariote y “San Cambio” resucitaron… Donald Trump debe anotarlo en su cuaderno de tareas.