Es increíble al estado de impunidad al que ha llegado este gobierno, cuando a un criminal de la talla de Salvatore Mancuso, quien ha sido responsable de miles de crímenes atroces, se le indilgan más de cuatro mil asesinatos, 67.000 hechos delictivos, desplazamiento forzado, desaparición forzada, reclutamiento de menores, toma ilegal de tierras, secuestros, narcotráfico, tortura, violaciones, terrorismo, rebelión, tráfico de armas, abigeo y bueno muchos otros delitos que la fiscalía le ha imputado. Dejando a miles de víctimas sin recibir justicia ni reparación.
Mancuso regresa a Colombia después de haber pagado una pena de cárcel de 16 años en Estados Unidos y es recibido por una fuerte escolta del gobierno, trasladándolo a la cárcel de la picota con extremadas medidas de seguridad a la espera de 47 órdenes de captura vigentes, pero curiosamente una juez de Justicia y Paz le acaba de decretar libertad, lo cual implica que el Estado debe brindarle un esquema de seguridad para proteger su vida, ya que el presidente Petro lo propuso como gestor de paz y fue aceptado por dicho tribunal.
La pregunta que se hacen los colombianos es: ¿El delito paga?, pues la respuesta está en este caso de Mancuso, pero se le agrega todo lo que viene desde el gobierno de Santos con la firma del proceso de paz, donde aquellos delincuentes de igual o peor talla que este criminal liberado, que causaron enormes daños a la población y al país, los eximieron de todo delito y los ubicaron en el Congreso de la republica con los títulos y el honor de padres de la patria, ganando jugosos sueldos, escoltados y libres de toda culpa, cuando tuvieron al país por décadas amedrentado a la población con la violencia, financiándose con la extorción, el boleteo, los secuestros y el narcotráfico, responsables de múltiples crímenes, terrorismo, atentados a poblaciones y al medio ambiente entre muchos otros actos criminales atroces.
Pero lo más vergonzoso es que el mismo presidente Petro anuncia que va a pagar un millón de pesos mensuales a 100 mil jóvenes para que dejen de delinquir, además esas conversaciones de paz con otros grupos delincuenciales como las disidencias de las Farc y el Eln, que nunca se concretan, continuando con todo tipo de delitos en especial el negocio del narcotráfico y sumado el nunca antes visto crecimiento de la delincuencia a manos de tenebrosas bandas de criminales y asaltantes de todo tipo, tanto hampones menores como mayores en las calles, negocios, en edificios y residencias que se han tomado las ciudades y el campo.
Todo lo anterior que es real y avanza a pasos gigantescos, es el producto de la complacencia del gobierno con el delito, la debilidad manifiesta cuando las autoridades como ejército y policía se les prohíbe controlar y reprimir el crimen y además la justicia resuelve entregar libertad a los criminales, ofreciéndoles garantías en vez de ejercer el justo castigo que merecen, todo esto hace que el crimen avance, al punto que la ciudadanía termine convencida que el delito si paga y terminemos siendo un país de hampones y criminales, algo que no se puede permitir.