Nuestro reencuentro con la madre patria fue una verdadera amalgama de sentimientos ante el maravilloso legado de un pasado imperial, su desarrollo económico, su grandeza cultural y su envidiable nivel de bienestar social. Sin embargo, este espléndido presente ha sido el resultado de traumáticos procesos, comenzando por una cruenta guerra civil, seguida de una dictadura fascista de más de cuarenta años y de un aislamiento internacional que, por igual número de años, bloqueo todos sus intentos de avanzar hacia el progreso. Progreso que hoy disfruta a plenitud como influyente miembro de la ONU, la OTAN y la Comunidad Europea.
Este verano comenzó siendo especialmente cálido, con temperaturas arriba de los cuarenta grados, pero por ahora, gracias a Dios, se ha estabilizado en temperaturas bajas, muy agradables y soportables. Hoy, madrileños y turistas, nos gozamos la ciudad, visitando sus decenas de parques y alamedas. En las tardes los frescos vientos de la serranía son el perfecto complemento para disfrutar una las ciudades más bellas del mundo. Tapas y vinillos nos hacen olvidar.
La hospitalidad campea por doquier. Nadie se habla con nadie, pero todos están a gusto con todos y es entonces cuando nuestra querida madre patria despliega todos sus encantos, que no son pocos. Millones de turistas, desde la a década de los sesenta, año tras año, comprueban que España es diferente, como reza su eslogan promocional y gozan de las comodidades que les brinda grandes cadenas de hostales, hoteles, campos de verano y de recreo. El estado español, con el apoyo decidido de la CE han montado la más grande y eficiente infraestructura e vías, aeropuertos y o puertos que cabe imaginar.
De ese formidable pasado imperial, en cuyas tierras jamás se ponía el sol, nos queda El Escorial como máximo testimonio del llamado Siglo de Oro. Una época en donde España surgió como la gran defensora de la fe y de la contrarreforma. Aquí reposan los restos de todos los reyes de España. A su lado está el Panteón de los Infantes, donde están también enterrados muchos príncipes de sangre, distribuidos en nueve cámaras mortuorias. Una imponente Basílica complementa el imponente enclave arquitectónico.
Otra súper atracción la constituye el mundialmente famoso Museo de Prado, en donde se pueden admirar centenares de hermosas pinturas de grandes maestros de todos los tiempos como son Goya, Velásquez, Rubens y Tiziano. Hay más de doscientas salas donde se exhiben estas obras inmortales. Imposible en una sola visita tratar de apreciar tanta belleza e inmortalidad. Una palpable demostración de lo que España le regala hoy al mundo.
Una noche de copas y de tapas, por los animados bares de la Madrid de nuestros amores ponen broche dorado a nuestras incursiones ancestrales.