El asunto es más delicado y complicado de lo que muchos podemos pensar, porque el ideal sería que este gobierno, en su atardecer, presentara un parte de éxito en las negociaciones con el Eln, grupo que hoy por hoy acapara la atención y subvierte el orden público en buena parte del territorio patrio.
Querámoslo o no, la expectativa del país por un acuerdo de paz con los elenos, a pesar de los recientes hechos contra nuestra Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santander, es grande y se ha convertido en debate permanente o conversación de tertulias buscando dilucidar cuál será el fin de este tira y afloje, que se percibe entre los subversivos y el gobierno. Digo se percibe, porque la realidad es que hasta el momento la posición del señor Presidente es clara y concisa, a tal punto que no ha mostrado expectativa por respuestas que no está pidiendo, pues solo se atiene a los resultados, como son la liberación de todos los secuestrados en manos del movimiento al margen de la ley.
Lo que si debe estar haciendo con diligencia el gobierno es la revisión de todo lo adelantado hasta la fecha, compartiendo experticias con países amigos, que a lo largo de los años han pasado por situaciones similares y es más, poner un ojo en las anteriores conversaciones con la dirigencia de las Farc para evitar que en caso de reanudarse las conversaciones, ante demostraciones y realidades venidas del Eln, tener más y mejores argumentos con estrategias negociadoras.
Entendemos que cada conflicto es diferente y arrastra una génesis heterogénea, pero no obstante existen patrones de contexto comunes, como puede ser la participación de las comunidades locales, donde el conflicto y especialmente los grupos subversivos golpean con mayor crueldad y ahínco; sectores que abrigan la esperanza de una pronta solución al problema y alteración del orden regional.
Tenemos un punto que valdría la pena analizar, y es que una negociación con grupos al margen de la ley, en un país cuyos vecinos enfrentan problemas de gobernabilidad es un poco complicado, ya que las tensiones no se escapan del panorama y es fácil para los colindantes tratar de responsabilizar de su dificultades internas a los fronterizos entrados en diálogos o arreglos. En el caso colombiano la situación no puede ser más clara y debemos considerar que mientras nuestros vecinos no definan su gobernabilidad, restableciendo la democracia, será imposible llegar a un diálogo con un grupo subversivo que recibe apoyo y beneficio de gobiernos cercanos. No me quiero extender en los socorros y apoyo recibido por el grupo subversivo del Eln, pero si es saludable entender que cortados aquellos soportes y neutralizado todo movimiento fronterizo, perderán la fortaleza para negociar. Esperemos.