El extremismo democrático | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Octubre de 2024

Dos cosas destacaron en el reciente Congreso Nacional de Comerciantes Empresarios en Barranquilla. Por un lado, la valentía y compromiso con los que el presidente de Fenalco, el doctor Jaime Alberto Cabal, capitaneó el evento. Por el otro, las palabras del expresidente Álvaro Uribe Vélez que generaron una ovación sostenida por minutos en el auditorio, al trazar un rumbo para un país perdido en la incertidumbre. Ambos, dejaron sembrada una estela de optimismo entre los asistentes muy necesaria por estos días, y más necesaria aún, cuando pensamos en la latente necesidad de garantizar unas elecciones libres en 2026, que hagan que Petro solo sea uno de nuestros peores recuerdos.

Como no es común en los directivos de gremios y mucho menos en este tipo de congresos que con frecuencia terminan convirtiéndose, entre tibiezas, en un concierto del mutuo elogio -trátese del gobierno que se trate- Jaime Cabal inauguró el foro sin ningún halago falso para “los esfuerzos del gobierno” y sin titubeos en la defensa por los comerciantes del país.

“Desde hoy nos quedan 22 meses y 12 días para que en el 7 de agosto del 2026 termine este Gobierno e inicie un nuevo, esperamos y tenemos que lograr, que ese sí sea el del verdadero cambio que Colombia necesita”. Estas fueron las primeras palabras del caleño que aprovechó sus minutos de apertura para cuestionar la economía, la seguridad y en general, los 30 años de retroceso que suponen para el país los primeros dos años de gobierno petrista. Sin ninguna pretensión de corrección política, Cabal señaló el mal momento que atraviesan los sectores del comercio, la construcción, la industria y la inversión extranjera; derivados de la incertidumbre política en la que se traduce cualquiera de los actos de esta administración.

Pero no todo fue pesimismo y desconsuelo. Entendiendo su responsabilidad como líder de miles de comerciantes y empresarios, y con vasto conocimiento del papel del sector privado como palanca de superación de desafíos sociales; el ejecutivo hizo un llamado a sus agremiados endurecer su compromiso con el futuro del país. Destacó que si estamos pensando en recuperar el rumbo en 2026, el papel de los empresarios debe ser protagónico y su valor y sentido de responsabilidad, indeclinables.

Luego, vino la aparición más esperada por muchos en el evento: la intervención del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Su presencia en el foro dio muestra de los resultados de las últimas mediciones del país que lo catalogan como el político con mayor favorabilidad entre los colombianos (Aquí, mientras usted lee, suenan gritos de ira entre varios de sus odiadores).

Con el auditorio a reventar y el público atento, inició el expresidente sus palabras aludiendo a la persecución política -que ha instrumentalizado la justicia-, a la que lo tienen sometido y cómo esta situación le hacía difícil hablar en estos espacios. Luego arrancó su análisis estableciendo la desconfianza como el eje transversal de su intervención. Tras hacer una radiografía ácida y valerosa de los riesgos que enfrentamos por las caprichosas reformas que propone este gobierno, la diáspora de jóvenes, los excesos tributarios, la tendencia estatista, la violencia y la desbordada corrupción que carcome a esta administración; el expresidente trazó un rumbo y como decíamos al principio de este escrito, oxigenó a un auditorio que se sentía asfixiado entre el  pesimismo y el sentido de realidad aumentada, que habían despertado varias de las charlas. Como hace mucho tiempo no veíamos en Colombia, presenciamos un líder que conoce al país y las necesidades de la gente. Una figura Presidencial, que entiende la importancia de marcar un norte, una visión de país compartida, que otorgue una carta de navegación a una nación perdida en los lodos glutinosos de un gobierno que reniega de la Constitución y repele sus mandatos.

El (ex) presidente no solo emocionó de manera conmovedora y cohesionada al auditorio, sino que, junto con Jaime Cabal, nos dejó algo claro: Hay esperanza siempre que haya coraje para defender las convicciones y aunque, como bien lo propuso, está claro que los problemas de Colombia son grandes y crecerán, se necesita la fuerza de la determinación y la ardentía que da la coherencia para superarlos.

Somos muchos los que salimos inspirados de ese congreso. Nuestra tarea no es otra que inspirar a más a resistir y, como lo planteó el expresidente, a unirnos al extremismo democrático. Colombia, bien lo vale.