El niño de Cucaita (I) | El Nuevo Siglo
Lunes, 19 de Noviembre de 2018

“Tributo a fundadores y protagonistas de Vuelta a Colombia”

Recientemente ha llegado a mis manos un libro del magíster Jerónimo Gil Otálora acerca del ciclista Rafael Antonio Niño Munévar, el séxtuple campeón de la vuelta a Colombia; sin embargo, esta obra corresponde al desarrollo histórico de uno de los deportes qué más gloria le ha dado a Boyacá y más presencia al país cada año en el exterior, el ciclismo. 

Precisamente, en el texto, en primer lugar se hace también un homenaje a los narradores y comentaristas que acompañaban y sufrían la vuelta a Colombia por todos los recónditos lugares del país y por las estrechas y maltrechas carreteras, asomados en las claraboyas de los famosos transmóviles, que emocionaban a grandes y chicos cuando pasaban por las carreteras y calles de nuestros municipios, entre ellos, el sureño Julio Arrastía Bricca, el “licenciado” Héctor Urrego, el “campeón” Carlos Arturo Rueda Campuzano, el “Padrino” Alberto Piedrahita Pacheco, junto con otros como Héctor Palau, Darío Arcila, José Antonio Churio, el boyacense David Cañón Cortés y los hermanos boyacenses Marco Tulio y Rómulo Luguavita Puerto, ahora Puerto y dedicados a la radiodifusión en Centroamérica.

La experiencia en escribir historias y narrar biografías, fue lo que motivó al profesor Gil Otálora, magíster por Oregon University, a reconstruir la historia de una leyenda del ciclismo nacido en su mismo pueblo, Cucaita, Rafael Antonio Niño, genialmente apodado como "el niño de Cucaita", también "el Rey de las bielas", "el monstruo del ciclismo"  y, "el gran campeón", qué pasó de ser mensajero de droguería en Bogotá con una “cicla panadera”, a triunfar en la “Vuelta a la Juventud” y rápidamente consagrarse en el podio de los campeones de la “Vuelta a Colombia”, en una hazaña que ni siquiera el propio Martin Emilio “Cochise” Rodríguez superó en esas instancias pedalísticas.

Como se sabe, la idea de la “Vuelta a Colombia” nació de un deseo de imitar las pruebas de países europeos como Francia Italia y España y se remonta previamente en nuestro país al año de 1929, cuando Rafael Borda ganó la doble Bogotá – Tunja, sobre un trayecto de 336 km y, cuatro años después, el bogotano Ernesto Rubiano realizó el recorrido en bicicleta entre la capital del país y la ciudad de Cúcuta, empleando para ello 41 horas y 20 minutos. Luego otros ciclistas, entre finales de 1937 y comienzos de 1938, cumplieron la hazaña de viajar desde Bogotá hasta Quito en un recorrido de 28 días, encima de unas pesadas bicicletas “James”, obsequiadas por la casa comercial del señor Ernesto Duperly.

Sin embargo, la primera versión de nuestra “Vuelta a Colombia”, que hasta álbum de figuritas tenía, se celebró en mayo de 1951 partiendo de la esquina de la carrera séptima con Avenida Jiménez de Bogotá, con 35 esforzados ciclistas rumbo al puerto de Honda, donde llegaría triunfante el cundinamarqués Efraín “El Zipa” Forero en esa primera e histórica etapa de 135 kilómetros de distancia.

Donald W. Raskin, Mario Martínez “El Remolacho”, José Antonio Galindo y Pablo Camacho Montoya, fueron los cuatro espontáneos soñadores del ciclismo, que se convirtieron en los líderes directivos de la vuelta que empezó a tomar historia, cuando en 1951 empiezan a escucharse los nombres de los boyacenses Luis Penagos, Pedro Chaparro, Efraín Chaparro, Luis Peña, el sargento Benjamín Jiménez y Octavio Girón, para dar paso a los triunfos del pentacampeón antioqueño Ramón Hoyos Vallejo conocido como “El rey de Marinilla”, quien también gozo del apodo de “El Escarabajo” y le dio origen a ese mote genérico para nuestros escaladores.

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