El próximo 21 de noviembre habrá un gran paro nacional que festejamos por ser el ejercicio del derecho fundamental a la protesta. Sin embargo, las causas de paro no son claras; hay un catálogo de verdades a medias y quejas sobre viejos problemas cuya solución no es simple ni será rápida.
Para la mayoría el paro es la del deseo de un mundo mejor, frente al cual nos podemos unir todos. Las realidades concretas de las deudas qué hay que pagar, del crecimiento económico, de las dificultades del desarrollo que son desde el punto de vista de la ilusión siempre cuestionadas; pero tienen el peso inexorable de que así es la realidad. No hay fórmulas mágicas para solucionar los problemas.
Para muchos es una protesta contra el Presidente Duque y ahí habría que distinguir dos segmentos. Uno inconformes porque no ha hecho lo que prometió, los menos. Otros quienes no votaron por Duque y que sigue sin gustarle, y consideran que la protesta sería capaz de tumbar el gobierno. Estos están representados por algunos líderes de izquierda.
Sorprende que esos líderes casi invitan a la violencia. Citan como serios los paros donde ha habido violencia y piden la misma seriedad para el paro en Colombia. Más aún, no piden calma, no rechazan los llamados a la violencia que se hacen. Este es el componente del paro que preocupa. Es antidemocrático, pues es una crítica al gobernante sin razón específica; con el propósito de desestabilizar el gobierno. Simplemente pretenden ganar en la calle, lo que no ganaron en las urnas.
Las nuevas generaciones que protestaron tan violentamente el Chile representan un verdadero enigma. O bien protestan porque como los nuestros, no aceptan el resultado democrático y quieren otro presidente para lo cual sabotean al actual; o bien están inconformes con el modelo económico.
Esa frase de cajón que usan varios de nuestros líderes es tan enigmática como peligrosa. Chile ha sido y es el modelo más exitoso de América latina. Crecimiento económico sostenido que ha permitido superar pobreza, generar empleo, ofrecer un importante portafolio de servicios sociales y bienes públicos, empezando por educación de calidad accesible a todos. Si eso es un fracaso, todos los esfuerzos son vanos.
Qué es incompleto; claro que lo es, que aspiramos a más; por supuesto que sí. Sin embargo será un proceso largo y difícil. Desarrollarse no es fácil, no se hace de un día a otro. La simplificación atroz que confunde los deseos de un mundo mejor, con las posibilidades concretas de construirlo; constatará con que critican el modelo sin idea alguna de cómo hacerlo.
Cómo si el fracaso de Cuba y Venezuela no fuera suficiente. Se trata de satanizar a los empresarios descalificados con el adjetivo de “ricos”, y se pretende que el Estado costee más y mejores bienes públicos como si aquellos no tuvieran que ser pagados. Cómo si no hubiera una lista infinita de las terribles consecuencias que sufren los países por indisciplina fiscal o monetaria.
Señores, en Colombia estamos haciendo lo que se debe hacer para seguir en el camino de superar la pobreza y conquistar mejores condiciones sociales. Eso es lo que queremos todos, hagámoslo justos. Tengamos un proyecto común para construir una Colombia grande. Avancemos en todo lo que nos une. Rechacemos toda la violencia. Cuidemos nuestro país, nuestras ciudadanas, nuestros ciudadanos. Protestemos, protesten, con respeto por los otros colombianos. No destruyamos valor. No a la violencia. No al vandalismo. Protesta pacífica y reflexiva, esa debe ser la consigna.