Sin duda el personaje -por cierto, macabro- del año 2020 no puede ser otro que el coronavirus -Covid 19-, que ya causó, está causando y seguirá causando tantas muertes y tanto dolor en el mundo entero y, por supuesto, en Colombia, en donde el Gobierno no lo ve tan grave porque los contagios y los fallecimientos “están concentrados en cinco municipios” y porque afectan primordialmente a los mayores de 70 años. Y porque, además, en su criterio, lo más importante es la reactivación económica, aunque para lograrla sea indispensable el riesgo de los días sin IVA, las numerosas excepciones que se contemplaron durante el tiempo de aislamiento obligatorio y la delegación en los alcaldes de toda la responsabilidad de control sobre la expansión del virus.
No menos importante para el Ejecutivo es el impulso a la imagen presidencial, mediante la contratación de un costoso programa de televisión diario -de poca utilidad en cuanto a su pretendido objeto-, transmitido en horario triple A en todos los canales, el cual -según se anuncia- será ampliado, con otros espacios a cargo del Jefe del Estado, especialmente para entrevistas en tiempo de pandemia electoral, con personajes como Leopoldo López, Guaidó y demás líderes de la oposición venezolana y políticos colombianos. ¿Relación de todo eso con el Covid y con la obligación de las autoridades de cumplir los artículos constitucionales 2 -protección a todas las personas residentes en nuestro territorio en su vida, su salud y demás derechos- y 49 -atención a la salud y el saneamiento ambiental como servicios públicos a cargo del Estado-? Muy dudosa.
Se ha anunciado también la pronta adquisición de cuarenta millones de vacunas para los colombianos, lo que corresponde apenas al más elemental deber del Gobierno, vistas las graves consecuencias del virus en nuestro territorio, hoy con más de doscientas muertes diarias y doce mil o trece mil nuevos contagios en pocas horas.
Desde luego, a esos nefastos efectos de la transmisión del Covid-19 han contribuido en buena medida la indisciplina, la falta de criterio y la irresponsabilidad de muchos, que no parecen haberse dado cuenta del peligro al que se exponen individualmente -y, lo peor, a sus familiares, allegados y vecinos- cuando no utilizan el tapabocas, se pelean con el agua y el jabón, no observan las medidas mínimas de bioseguridad, organizan parrandas completamente innecesarias, celebran triunfos de sus equipos favoritos sin ningún cuidado, y creen que la Navidad 2020 y el Año Nuevo 2021 son normales, que la congestión es inofensiva y que el virus pasará por alto las reuniones etílicas y las aglomeraciones para compra de regalos. Digamos al respecto: El mejor regalo de Navidad para nuestros familiares: no llevarles el contagio.
Eso en cuanto a un personaje del año. A su lado, otro, no menos nefasto, sobre el cual el Estado colombiano perdió todo control, es el crimen. Las masacres, los asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos, indígenas, campesinos, desmovilizados. Los excesos de fuerza policial. La violencia en el interior de las familias. Los crímenes contra los menores, el más reciente de los cuales -el de una niña de dos años a manos de su padre, obnubilado por la droga "recreativa"- nos ha estrujado el corazón.