El mundo, los países más desarrollados y quienes han entendido los alcances de la pandemia que amenaza a la humanidad, ven con asombro el fanatismo hirsuto con el que grupos, palurdos y zoquetes irrespetan a quienes aspiran a sobrevivir al covid-19.
Muchas han sido las epidemias que han amenazado a los habitantes del planeta, y multitud los grupos que han querido impedir que la ciencia con sus investigaciones y descubrimientos las controle.
Centenares de virus se ciernen anualmente para amenazar y poner en jaque a una población que soporta cuanta enfermedad se conoce. Hay grupos, tribus y comunidades que conviven con ellos, gracias a frenos que sabios y doctores aplican desde la oscuridad de precarios laboratorios. Pero hay enfermedades que hostigan y acribillan. La malaria es una amenaza que no ha logrado erradicarse, pero contra la cual siguen su lucha los científicos.
Al lado de estos hombres y mujeres que abandonan las comodidades y las fortunas que ofrecen el mundo moderno y los adelantos tecnológicos, existen organizaciones que los aprovechan para elevar sus cada vez más incontables fortunas, sin penetrar a la oscuridad en que habitan microscopios y tubos de ensayo.
Cuando irrumpió el coronavirus, al que aún se le busca un padre, la idiotez y necedad de torpes eruditos lo confundieron con una “simple influencia”, para indicar que era un catarrito.
En el mundo estamos y en el mundo encontramos cuanta zoquetería existe.
Pasan los meses y pasarán los años mientras el covid, a diario cobra vidas. Millones han partido. No hay hogar que no se hayan derramado lágrimas por uno de sus allegados.
Varios de nuestros más entrañables y preciados amigos nos han abandonado. Javier Ayala, el extraordinario periodista con quien tuve la fortuna de adelantar valiosos y recordados proyectos, como el Noticiero Nacional, se nos fue antes de esta navidad. Hugo Artunduaga, también nos dejó. Y así pasó con muchos compañeros de la vida.
Personas gratas que aún nos acompañan, se irán porque las brigadas de elementos cargados de energía negativa que aún, cuando están agonizando, creen que pueden aferrarse a la inmortalidad que les genera su fobia a las vacunas.
Colombia ha logrado alcanzar buena parte de la inmunidad que ellas garantizan, pero aún nos falta mucho, porque existen ilusos que se creen autoprotegidos. Ya Estados Unidos e Israel, van para la cuarta dosis.
En el país del norte, han sugerido marginar de las festividades de fin de año, a quienes no estén vacunados, porque la realidad es que quienes no se protejan, están atentando contra sus vidas, las sus familias y de sus congéneres. El presidente Biden y su asesor médico Antony Fauci, han ordenado el leve pinchazo y el tapabocas, como únicos salvavidas.
BLANCO: Una feliz navidad y un 2022 feliz, sin odio ni rencor.
NEGRO: Que florezca la convivencia y la tolerancia entre nuestros líderes, como enseñanza para esta patria que quiere conservar la paz.