Los seres humanos tenemos un gran poder, que muchas veces no usamos: la auto-observación, esa posibilidad de reconocernos a nosotros mismos. ¿Lo usamos?
Muchas veces al día nos miramos en el espejo: al peinarnos, maquillarnos, afeitarnos o lavarnos los dientes… Pero, ¿por lo general hacemos todo ello en automático y enfocados en cosas totalmente distintas: la ropa que nos pondremos más tarde, la reunión tensa que nos espera, el clima que no nos gusta o la fiesta del próximo fin de semana. Nos miramos, pero no nos observamos, no somos conscientes de lo que nos pasa por dentro, de todo aquello que vivimos, muchas veces sin poderlo nombrar.
La importancia de observarnos a nosotros mismos, de ganar maestría en reconocer lo que nos ocurre, radica en poder tramitar la vida cada vez más asertivamente, en ganar consciencia de todo aquello que nos habita para utilizar todos los recursos que tenemos en presente para resolver cada situación. Entonces, te invito a que en este justo instante te contestes estas preguntas, a manera de escaneo rápido en cuatro dimensiones de tu vida. ¿Qué ocurre en mi cuerpo en este momento? ¿Qué emociones estoy experimentando? ¿Cuáles pensamientos surcan ahora mi mente? ¿Cómo me estoy conectando aquí y ahora con lo trascendente?
Respondernos estas preguntas es poderoso para ampliar el contacto con nuestra propia experiencia. Sí, hay alguna parte de nuestro cuerpo que nos llama la atención en este segundo, a través de un dolor, un adormecimiento, una rasquiña o con el reconocimiento que todo está en calma. Podemos, justamente ahora, estar experimentando ira, miedo, felicidad, asco, tristeza o sorpresa. Nuestra cabeza tiene algún pensamiento recurrente o uno nuevo. Y podemos estar conectados con Dios en nosotros o ser ajenos a su Presencia. Estamos en un mundo de múltiples oportunidades y todas nos sirven para crecer, ser seres humanos cada vez más conectados y poderosos.
Podemos darnos cuenta si nos auto-observamos con juicio o sin él, si nos tratamos duramente y con recelo o más amorosa e incondicionalmente. ¿Qué pasa en ti ahora con estas dos posibilidades? ¿Te juzgas o te aceptas? Si te juzgas, te invito a que puedas evidenciar desde dónde viene ese juicio, ¿de una voz externa que has adquirido a lo largo de tu vida? ¿Es acaso, tu propia voz? Cuando nos auto-observamos libres de juicios y aceptamos compasivamente todo lo que hay ahora, nos amamos. Podemos activar el amor aquí y ahora, reconociéndonos como totalidad, con todo lo que somos.
Te invito a ejercer tu derecho a auto-observarte, a reconocerte en forma completa, íntegra, con tus sombras para llevarlas paulatinamente hacia la luz. La auto-observación amorosa te sana y te potencia, para alcanzar tu plenitud.
@eduardovarmont