Como las palabras tienen poder, cuando decimos te amo estamos haciendo una declaración que va mucho más allá de la emoción y los sentipensamientos.
El Amor es la fuerza más poderosa de los multiversos: gracias a esa fuerza es posible la vida, no solo como la conocemos en este planeta sino en otros puntos del vasto espacio, como ya sugiere la astrobiología. De momento, en el aquí y el ahora, podemos ampliar nuestra comprensión del Amor: como es inherente a la vida misma, siempre estamos en su presencia. Por ello, en realidad no hay cosa como el desamor. Claro, si nos quedamos con la idea minúscula del amor como un sentimiento o una emoción, entramos al plano de la variabilidad suscitada por la temporalidad del yo. Entonces, si cambian mis emociones por mi pareja, mis familiares o mis amigos, se tendería a creer que el amor se terminó, como nos lo cantan innumerables canciones románticas: “se nos rompió el amor…”, “el amor acaba…” Seguir pensando así limita nada más ni nada menos que la fuerza de la vida. Espiritualmente hablando, el amor proviene de la Ain Soph, la Luz Eterna desde la cual todo emana. El amor es luz y es consciencia: Dios es amor. Y si es así, ¿el amor tendría fin? No lo creo.
Expresar el amor hacia otras personas es un acto de una profundidad impresionante. Por supuesto que las emociones y los sentipensamientos son una parte muy importante de la naturaleza humana, que necesitamos integrar y trascender para que la existencia sea llevadera. En la medida en que reconocemos que el amor pasa por las emociones y los sentipensamientos, pero que no se agota en ellos, podemos abrazar la plenitud y superar la felicidad transitoria para vivenciar el gozo pleno, ese estado del alma en el que, como decía Santa Teresa de Ávila, nada te turba, nada te espanta, solo Dios basta. Cuando decimos te amo estamos trayendo a este plano a la luz y a la consciencia. ¿Qué significa eso en términos concretos? Que estamos compartiendo luz con las personas a quienes les manifestamos nuestro amor. Decir te amo lleva implícita la alegría de sabernos y sentirnos, aunque pueda ser de forma inconsciente, contendedores y dadores de luz. Maravilloso que cada vez seamos más conscientes de ello, de reconocer que al pronunciar un te amo estamos siendo instrumentos del Amor con mayúscula.
Como Dios es amor, cuando decimos te amo también estamos bendiciendo. Al consagrar a otra persona en el amor le estamos honrando y abrazando con un deseo benigno, sincero. Que el flujo del te amo en nuestras familias, comunidades y naciones nos permita elevar frecuencias y superar el caos.