“Pedro María Ramírez fue un pacifista misericordioso”
Terminando la serie acerca de la visita pontificia, Francisco hace un llamado por la paz, la oración, la solidaridad (que dice desaparecerá del diccionario) y, por supuesto, la misericordia, eje de su pontificado.
No podemos dejar de lado un acontecimiento especial que se desarrolló durante la visita del papa Francisco a Villavicencio, se trata de la beatificación de un obispo y un sacerdote, el Beato Pedro María Ramírez Ramos, una de las víctimas de la revolución de abril de 1948, quien ingresó al santoral colombiano con ocasión del tercer viaje de un Pontífice a Colombia. Así como la tragedia de armero opacó la toma del Palacio de Justicia, la muerte de Pedro María no se sintió, por el asesinato de Gaitán; algo así como la muerte de Luis Carlos Galán y la de Valdemar Franklin el mismo día en 1989.
Se habían tejido leyendas acerca del cura huilense que pereció a machetazos a las 4:30 p.m. del 10 de abril de 1948 en lo que se conoció como “El Armerazo”, pero sólo hasta ahora se desvela la verdad, cuando su fama de santidad cobró visión universal con la ceremonia del pasado septiembre, por demás inusual, ya que desde hace muchos años las beatificaciones no son celebradas por el papa, sino por el Cardenal que preside como Prefecto la Congregación para las causas de los santos.
Ahora, con el agradable relato de Vicente Silva Vargas, quien desde 1979 heredó una devoción para siempre, el mártir de Armero pasa a ser retratado de cuerpo entero: acusado de un supuesto sectarismo político, la vida de “don Píter” se desarrolla entre su misión pastoral y la defensa de la fe, entre el resguardo de las formas litúrgicas y la oración; es la vida de un colombiano poco común, ese que fue maestro y músico, admirador de Blanquita y novio de Lastenia; el seminarista que luego de su discernimiento fue ordenado sacerdote y trabajó como párroco en Chaparral, Cunday, Fresno y Armero, donde fue el aliento para justos y pecadores; ese que sufrió en silencio las humillaciones y perdonó a sus agresores antes de fallecer, el que dio todo por Cristo y que fue asesinado por ser un hombre de Dios y sepultado por quienes estaban en los márgenes de la moral.
En los diez capítulos de esta obra de próxima aparición, que van creando suspenso en el lector, Vicente Silva Vargas, periodista y cronista, nos acerca a don Pedro María Ramírez Ramos, beato y mártir de las persecuciones ideológicas del siglo XX y para quien su única política era la predicación del Evangelio. Como dijo en su sermón el papa Francisco en Villavicencio al beatificar al mártir de Armero, “el Dios con nosotros que nace y el Dios que camina con nosotros hasta el fin del mundo… (es)… expresión de un pueblo que quiere salir del pantano de la violencia y el rencor” Ese era Pedro María, un pacifista misericordioso.
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