¿Qué pasará por la mente del expresidente Santos ante el destape público de la manera cómo se financió la segunda vuelta presidencial, según las denuncias de sus ex amigos? ¿Qué juegos de defensa y ataque planeará para intentar salir ileso ante la opinión pública internacional? ¿Qué nueva estrategia ideará para no caer del pedestal del nobel fabricado con la materia prima de la subestimación de sus compatriotas? ¿Cómo jugará sus cartas mediáticas ahora sin presupuesto oficial para pautar? ¿Podrá contar con la lealtad de los "compañeros de viaje" que fueron tan solícitos durante la presidencia?
¿Se ensañará nuevamente con sus contradictores ya suficientemente debilitados en la maraña judicial? ¿Recurrirá a los periodistas que sólo vieron una cara de la moneda, se matricularon con la versión oficial y cerraron los lentes para no ver y las grabadoras para no escuchar el resto? ¿Intentarán dividir aún más a los colombianos entre amigos y enemigos de "la paz de Santos"? ¿La amenaza de la pandemia permitirá que sobrevivan estas confrontaciones?
¿Qué papel jugarán sus nuevos mejores amigos de las exFarc? ¿Aprovecharán la coyuntura y serán los primeros en juzgarlo desde el Congreso de la República? ¿Se quedará Maduro callado con la información que dice tener? ¿Soportaran los "chivos expiatorios" la presión de la cárcel lejos de sus familias?
¿Qué experimentará Oscar Iván Zuluaga hoy cuando se empieza a destapar la forma como le ganaron la presidencia y lo pusieron en jaque con un entramado judicial para detenerlo?
¿Qué es lo que tanto indignaba de Juan Manuel Santos? El aire de desdén con el que miraba al resto de los colombianos. El aire de superioridad con el que enfocaban sólo parcelas de la realidad desde El Tiempo. Una tribuna que le permitió ejercer como co-dueño de Colombia, mientras el país político subyugado le rendía pleitesía buscando un mínimo espacio para ser visible, en una democracia restringida.
Ahora los jugadores son otros. La plaza pública moderna son las redes. Los promotores de "la revolución" están listos para volver a las calles y estamos en año pre electoral. ¿En este ambiente crispado saldrá a flote la verdad completa? ¿Tiene el expresidente la fuerza política para señalar y hacer elegir un candidato de sus preferencias?
Lo más probable es que la justicia no llegue hasta sus últimas consecuencias, pero lo cierto es que el pedestal de su prestigio corre el riesgo de quedar en el mismo sitio de sus contradictores, sólo que la caída será de más arriba.