El riesgo de aprender | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Mayo de 2023

Vivir y aprender no son sinónimos, pero en la práctica son actos inseparables: en el aprendizaje consciente hay una clave tanto para vivir mejor, como para evolucionar.

Los seres humanos estamos aprendiendo desde el mismo instante de nuestra concepción, pues es justamente para aprender que cada alma encarna. Las dos células iniciales ya portan la información necesaria para el despliegue de la vida, pero requerimos hacer muchos más aprendizajes a fin de garantizar la supervivencia en un mundo como el nuestro.  Los primeros son por imitación e instinto, y los hacemos en forma inconsciente, como a expresar las emociones, desarrollar el habla, gatear y caminar. Tal vez el primer aprendizaje que hacemos conscientemente es el control de esfínteres, lo cual conlleva madurez en la apropiación del cuerpo, así como los cimientos de la responsabilidad y la relación con el mundo.  

Aprendemos para cambiar de lugar, para movernos en la espiral dinámica de la consciencia.  Ese es el riesgo, pues una vez aprendemos algo ya no somos los mismos.  Cuando el aprendizaje está alineado con intereses superiores nos permite avanzar, pero también podemos retroceder cuando aquello que incorporamos solo responde a las fuerzas del ego. Entonces, aprender también implica tomar decisiones vitales a cada instante. En la medida en que nos damos mayor cuenta de lo que decidimos y aprendiendo, vamos resolviendo la vida.  Si dejamos de aprender conscientemente nos quedamos en zonas de confort, conformes, pero cerrados a la evolución.

Si bien solo podemos aprender aquello para lo que estamos listos, también requerimos hacer esfuerzos conscientes para dejar la comodidad de lo ya aprendido y que nos funciona, para adentrarnos en conocimientos que pueden potenciarnos como seres humanos.  Por ejemplo, al dejar ver en el ego un enemigo, podemos aprender desde y con él a dejar de vivir segmentados, divididos, para abrazar nuestra propia completitud, a partir de la integración de aprendizajes con nosotros mismos, como conexión, fidelidad, confianza, cuidado, compromiso, entrega, aceptación, gratitud y enfoque.  ¿En cuál o cuáles crees que puedes profundizar? ¿Cuáles tienes ya realizados?  Aquí, el riesgo es que te integres en tu totalidad y no quieras volver a vivir en la fragmentación…

También podemos aprender a perdonarnos y perdonar, dejar de juzgarnos y juzgar, reconocernos como pares, evitar excluir.  Nada de esto es novedoso; sin embargo, no lo hemos logrado como humanidad.  Si aprendiésemos, el riesgo sería pasar del yo al nosotros.  Aquí se puede atravesar el ego: ¿nosotros? ¿Nosotros buenos y correctos con ellos malos e inadecuados?  Sí, nosotros, ¡todos nosotros!  También podríamos aprender más sobre la muerte, a preparar la propia y asumir la ajena, con el riesgo de comprender nuestra trascendencia…  Sí, demasiados riesgos. Aprender requiere valentía.

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