El terrorismo en aumento | El Nuevo Siglo
Miércoles, 8 de Enero de 2025

En el último mes y medio, los estadounidenses han presenciado una alarmante escalada de violencia política. El pasado cuatro de diciembre, el CEO de United Healthcare, la aseguradora de salud más importante del país, fue asesinado a sangre fría en Manhattan. El diecisiete del mismo mes, el FBI arrestó a un estudiante de la Universidad George Mason por coordinar un ataque terrorista frustrado en el Consulado General de Israel en Nueva York. Poco después, la ciudad de Nueva Orleans comenzó el 2025 con un atropello masivo que mató a quince personas. Ese mismo día, un vehículo de marca Tesla fue detonado afuera de un hotel Trump en Las Vegas, muy probablemente para enviar una señal al presidente-electo y a su mayor aliado de campaña, Elon Musk.

Si bien los detalles de todos estos casos aún están por esclarecerse, lo cierto es que coinciden con un incremento generalizado de la actividad terrorista en el país más poderoso del mundo. Como afirmó el especialista Charles Lehman del Instituto Manhattan en una columna del City Journal, esta se había disminuido gradualmente en las últimas décadas del siglo veinte y la primera del siglo veintiuno. Sin embargo, a partir de inicios de la década del 2010, los incidentes terroristas volvieron a incrementar, llegando para el 2020 a niveles que no se habían visto desde mediados de los años setenta.

Para el presidente electo Trump, la crisis se debe en gran parte a la inmigración masiva. Luego del atentado en Nueva Orleans, declaró por medio de la red Truth Social que “los criminales que están entrando son mucho peores que los que ya tenemos en nuestro país.” Sin embargo, el autor material de aquel atentado, Shamsud Din Jabbar, es un ciudadano nato de los Estados Unidos, e inclusive perteneció a las fuerzas armadas de ese país. De hecho, la reducción exitosa del terrorismo entre 1980 y 2010 coincidió con un incremento considerable de la inmigración, tanto legal como indocumentada, durante el mismo periodo. Si bien existen indicios preocupantes de crimen organizado ligado a la inmigración, como lo es la llegada del Tren de Aragua a los Estados Unidos, toda la evidencia parece indicar que el flagelo del terrorismo tiene que ver principalmente con la radicalización política de ciudadanos estadounidenses, no la llegada de terroristas extranjeros.

Esta radicalización, a su vez, es inseparable del creciente grado de apología a la violencia como mecanismo legítimo de participación política. Los sectores más extremos del partido Demócrata han defendido el vandalismo y la destrucción urbana que acompañaron a las protestas de Black Lives Matter entre 2020 y 2023. Por otro lado, los partidarios de Trump en el partido Republicano han justificado la toma violenta del Capitolio del seis de enero de 2021, cuyos participantes el presidente-electo ha prometido indultar.

Más recientemente, una encuesta de Emerson College indicó que el 41% de los estadounidenses de entre 18-29 años apoyaron el asesinato del CEO de United Healthcare. Se trataría de un claro deterioro generacional, pues este porcentaje desciende al 23% para los de 30-39 años, 13% para los de 40-49, y no más del 10% para los de 50 o mayores.

El gran economista Milton Friedman le imploró al mundo en desarrollo que no siguieran el ejemplo de los países desarrollados en el presente, sino que aprendieran de lo que hicieron esos países para llegar a ser desarrollados. La historia de los Estados Unidos, aunque profundamente accidentada, ofrece muchos ejemplos a seguir. Desafortunadamente, su presente nos debe inspirar mucho menos admiración que su pasado.