Voté en Bogotá por Galán y he llamado a amigos de varias ciudades y poblaciones para indagar a qué se debió el comportamiento electoral de los colombianos. No cabe duda que las elecciones para Alcaldes, Gobernadores, Diputados, Concejales y Ediles, del 29 de octubre pasado, fueron una respuesta civilizada a la violencia del “estallido social” y a la decepción con el gobierno Petro, quien había ofrecido restaurar las heridas. Claro, como ocurre en toda elección democrática, hubo apuesta tanto por la esperanza como por la experiencia.
En el caso de Bogotá el candidato Galán, prudente y firme, sabe que su apellido suscita al dolor por el martirio de su padre e impulsó el gesto decidido de una ciudad que le cerró las puertas a las aventuras irresponsables de los que nunca han sabido gobernar.
La alcaldesa Claudia López frenó el entrometimiento de un presidente que echó a la basura su compromiso institucional con la imparcialidad.
Gustavo Bolívar creyó ingenuo al electorado capitalino: pretendía que se eligiera al financiador ostentoso de la Primera Línea. Al mismo que invitó a una “vaca” para sostener a los facinerosos, los que ya habían destruido el Monumento a los Héroes de Colombia, habían secuestrado un barrio y “gobernaban” desde el Portal de las Américas. Solo cuando Gustavo Petro y los de la oposición se asustaron con el monstruo que habían creado, borró sus trinos y decidió suministrar cascos y frazadas, como un buen samaritano.
Se apreció, por los lados de Cali, la decisión ciudadana de recuperar su ciudad, la que ha sido orgullo de Colombia por sus avances, sus industrias, sus personalidades con talla de estadistas. El gobierno anterior abandonó la ciudad a su suerte, y ahora se le reta con el zumbido de un helicóptero, símbolo de una funcionaria pretenciosa que ha llevado a su ministerio los representantes de quienes se la tomaron con violencia y muerte. Se recuperó el espíritu cívico de una ciudadanía ejemplar que eligió a un gerente para que empiece a construir el futuro de un pueblo admirable que desde sus cañaduzales goza de las brisas del Pacífico inmenso.
Antioquia, siempre Antioquia, envió un mensaje a Colombia de lucha, tenacidad y esperanza. La Medellín, sometida a los desafueros de un payaso mandarín, recuperó su ritmo y su prestancia de ciudad laboriosa y moderna. Fico se la jugó con gallardía por su ciudad nutricia, la que le entregó el domingo la llave de su porvenir. También Medellín ayudó a elegir un muy buen gobernador.
Cartagena se sacudió del letargo de ciudad vencida y recobra la fortaleza que cantan sus murallas. Queremos los colombianos, todos cartageneros de corazón, pasear otra vez con placer por su majestuoso Centro Histórico y navegar alegres por su bahía de siglos. También, mirar que sus barrios de pobreza empiecen a superarla. El alcalde Dumet Turbay, con la experiencia de buen gobernador, debe ser capaz de buscar en las instituciones financieras del mundo la inversión social tantas veces desconsiderada y aplazada. Ojalá se actualizara el estudio de Adolfo Meisel. En él se proponía poner fin a la pobreza extrema para la fecha del bicentenario. Hago anotar que con Yamil Arana se ratifica la Gobernación de Bolívar para el Partido Conservador, decisivo en mis comienzos y tan cercano a mis afectos.
Barranquilla, alegre y empresaria, sigue el ritmo sin descanso que le han imprimido sus mandatarios muy populares y ejecutivos. Da ejemplo, la perla del Caribe Grande, de cómo se debe gobernar. Y de los éxitos de la utilización adecuada de recursos. La descentralización, como objetivo nacional, debe sustentarse en el ejemplo que han dado los gobernantes del Atlántico y de Barranquilla. Verano y Char, ya han demostrado la eficacia de la colaboración.
En fin, Colombia se manifestó el domingo pasado contra la dialéctica agresiva del presidente Petro, quien busca adversarios todos los días, en cualquier continente y sobre cualquier tema. La exaltación del régimen de Cuba y los abrazos repetidos con Maduro han sido una absurda invitación a la pobreza y la dictadura. No otra cosa se ve en esos países, desde los cuales se ha extraditado la libertad.
¿El golpe popular recibido por el Pacto Histórico podrá conducir, en un acto de pragmatismo, a concretar el hasta ahora inasible Acuerdo Nacional? Las apuestas se cruzan en el tapete verde de la política.