A buena hora un amigo me envió una conferencia de Axel Kaiser, filósofo, abogado y escritor chileno, titulada: "El terror de la Virtud". Llegó para ayudarme a decodificar la "locura furiosa" del poder reinante hoy en Colombia. En nombre de los derechos de las "minorías oprimidas", andan con una guillotina decapitando el pensamiento democrático, el disenso. Se amparan bajo esta "noble" causa para autoproclamarse dueños de la moral. Una vez convertidos en jueces implacables persiguen el delito de disentir, bautizado por ellos: "discurso de odio". Nos imponen la perversa idea de que el Estado nos hará a todos iguales, pero nos ocultan su idea de igualdad.
No, no y no. Me niego a dejarme contagiar de este desquiciamiento. Lo que Kaiser llama con razón: "Fenómeno de infección síquica". Nos tenemos que defender. No nos podemos someter a lo que él denomina "una nueva inquisición", y lo que la exfiscal Viviane Morales definió, con maestría, como facho-progresismo.
Esta ola de imposiciones que parte de discursos de ministras y se concreta en la famosa aplanadora del Congreso del Cambio, se autojustifica afirmando que quienes los eligieron buscan, con cierto ánimo revanchista, que “las estructuras de poder” existentes sean derribadas a toda costa.
"Cuando eres un marxista y estás convencido de la causa, creyendo que vives en un mundo de oprimidos-opresores, explotadores, explotados y esclavos, entonces tu visión y misión es cambiar esas estructuras sociales. Y para cambiar esas estructuras, al igual que en la revolución francesa tú tienes que aplicar la violencia".
En esta época lo que se ejerce es la violencia sicológica con la cultura de la cancelación en redes. Lo que Kaiser llama el "ostracismo moderno" y para esto la herramienta más importante consiste, para ellos, en acabar con la libertad de expresión. No deja de resultar paradójico que quienes rechazaban los discursos moralistas, hoy se crean con la autoridad de decidir lo que se puede o no decir en público de conformidad con su agenda ideológica. Están acabando con la libertad de pensar por nosotros mismos porque suponen que pensamos mal. Que no estamos tan bien educados como ellos. Que nos seguimos aferrando a realidades demostrables mientras ellos viven felices en su mundo conceptual deconstruido y vuelto a construir a su antojo.
¿Qué pensarán ahora, con los pasos de animal grande que se dan en el Congreso, todos esos llamados "líderes de opinión" que se arrodillaron en campaña?
¿Quiénes corren riesgo? Todos los que se atrevan a disentir contra la retórica identitaria. Para ser políticamente correcto hoy en Colombia hay que ser partidario del aborto a las 24 semanas, de la eutanasia de niños desde los 6 años y hasta de la atrocidad del artículo que pretendieron incorporar al código electoral para que pudiera "tramitarse la corrección del componente sexo de los menores de edad a partir de los cinco años". ¡No hay derecho!
¿Tenemos salidas? ¡Claro que sí! El consejo de Axel Kaiser es contundente: "La única manera que tenemos de combatirlos es que nos atrevamos a decir lo que pensamos en todas partes". Ni nuestra individualidad, ni nuestro pensamiento, ni nuestra moral les pertenecen. Vamos a defender la lucidez colectiva, la libertad de expresión y la democracia colombiana.