Sin discutir merecimientos ni defectos de los entrantes funcionarios públicos, aparte de reconocer que algunos acreditan experiencia administrativa, resulta notorio que estará a cargo de personas mayores lo concerniente con el pregonado cambio.
El relevo generacional queda para después, pasar de la oposición al gobierno ha tomado tiempo, lo cual tampoco significa que los viejos estén impedidos para presentarlo y concretarlo, es posible que la mayoría de los integrantes del gabinete -hombres y mujeres- carezcan de edad adecuada para la práctica del futbol o la participación en pruebas atléticas, pero nadie puede argumentar que se encuentren imposibilitados para el ejercicio de la función pública.
Empezaremos a valorar sus acciones a partir del siete de agosto del 2022, ojalá que el don del acierto los acompañe, Francis Bacón decía: “Vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar y mejores autores para leer,” agregaría vieja capacidad para dirigir, coordinar y organizar.
Si en Colombia hubiera ganado las elecciones el ingeniero Rodolfo Hernández, tendríamos un mandatario de edad avanzada; en los Estados Unidos ganó a los setenta y ocho años Joe Biden, curioso fenómeno relacionado con el liderazgo del Estado en la era del tik-tok. El promedio de vida es cada vez superior, me sorprendió el dato de que Matusalén murió a los treinta y cuatro años y admiro el espíritu del coterráneo que inicia estudios universitarios a los noventa y siete. ¡Vivir para ver! Sin Sir Winston Churchill el triunfo aliado en la segunda guerra mundial habría demorado y la civilización occidental corrido riesgos imprevisibles.
Posiblemente estas divagaciones no concuerdan con el ¡Ho Gloria Inmarcesible, Ho Júbilo Inmortal al ingreso del presidente Gustavo Petro a la Casa de Nariño y sería mejor repetir las acostumbradas frases laudatorias destinadas a envanecer; sin embargo, pertinente comentar un hecho que no se me había ocurrido, el de un gobierno nuevo con caras viejas, experimento que tampoco nos pasó por la mente a Luis Carlos Galán ni a los miembros de la juventud liberal hace casi sesenta años.
La esperanza es lo último que se pierde, por el momento, en cuanto a propuestas de reforma presentadas de manera dispersa y con visos de inconstitucionalidad, parece prudente que se analicen más y se estudien con sentido común, teniendo en cuenta los efectos que de producirse afectarían a la Nación, dentro de un equipo de trabajo idóneo compuesto por compatriotas curtidos, todos coincidentes al indicar su propósito de laborar, individualmente y en conjunto, interpretando un anhelo nacional de cambio.
Sería indicado abrir puertas en cargos públicos a los jóvenes en la segunda línea de mando aprovechando conocimientos y capacidades porque al fin y al cabo por ley de la naturaleza es presumible que deban incorporarse a los cargos de importancia conforme pase el tiempo. Es cierto que en la juventud aprendemos y en la vejez entendemos, que en los gobiernos caben diferentes edades, hacer la integración generacional. Suenan timbres, el próximo domingo siete de agosto se levanta el telón.