“Venezuela en Consejo de DH, señal de alarma”
A raíz de la solicitud a Cuba de extraditar a los cabecillas del Eln, un grupo de 64 “intelectuales”, en carta al presidente Duque, le piden “mayor serenidad y dejar abiertas las puertas de la acción diplomática que ha constituido uno de los ejes más sólidos de la tradición de nuestra política exterior”.
Una carta sorprendente. Después de sesgados juicios históricos, comparan nuestra situación con Cuba con la “Guerra Fría”, para pedirle al presidente serenidad y no hacer nada que ofenda a la isla, aun incumpliendo sus funciones constitucionales. ¡Qué osadía!
“Ya el Estado colombiano se equivocó -afirman- cuando, tras un agravamiento de las diferencias mutuas se produjo la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela”. No es verdad. En 2010 el Estado hizo lo que tenía que hacer. Con pruebas, denunció ante la OEA la presencia de las Farc y del Eln en territorio venezolano. Chávez respondió con insultos y fue él quien, para evitar la inspección que pedía Colombia, rompió relaciones diplomáticas y comerciales.
Nuestros “intelectuales” y el “centrosantismo” padecen una suerte de “síndrome de Estocolmo”. Uno de los firmantes considera que “es muy lamentable el comportamiento del presidente Duque y todo su gobierno, hostigando y maltratando a Cuba”; un diario capitalino titula “Siguen las injustas exigencias a Cuba” -¡injustas!-, y el ex-jefe negociador acusa al Gobierno de “sesgos ideológicos” en la política exterior, como si la de Cuba no los tuviera, acogiendo terroristas y exportando la revolución desde las épocas del Che Guevara.
Para ellos, el Gobierno no puede cumplir su obligación de capturar terroristas condenados por la justicia y, por el contrario, debe facilitar su regreso al país y darles 72 horas para esconderse. ¡Absurdo! ¿Quién rompió el protocolo realmente?, ¿Acaso no fue el Eln que asaltó la Escuela de formación de oficiales de la Policía y asesinó a 22 jóvenes en claro acto terrorista al que, cínicamente, califican de “operación lícita dentro del derecho de guerra”?, ¿Acaso no venía rompiéndolo con secuestros, extorsiones y 89 atentados al oleoducto en 2018? ¿Acaso pensaba seguir extorsionando con la violencia al Gobierno?
Nos mirarnos el ombligo, cuando lo que hoy necesitamos es una visión panorámica. El asunto no es Cuba solamente; el asunto es el régimen narcoterrorista de Maduro mostrando los dientes para tapar su desastre; el problema va más allá: es la intentona de desestabilización en Ecuador, el retorno de Cristina en Argentina y la deslegitimación de Bolsonaro en Brasil. El problema es la consigna del Foro de Sao Paulo en Caracas, de “controlar a la derecha en el continente”, en medio de consignas antiimperialistas y de lucha de clases.
Y el mayor riesgo es que nuestro país esté andando ese camino sin querer darse cuenta, como la rana que muere sancochada y sin dolor en agua caliente. La corrupción no cesa y, donde las urnas no están amenazadas por grupos criminales en busca de control político, se repite la farsa grotesca del clientelismo electorero.
Mientras tanto, el “centrosantismo” no deja gobernar por física venganza política o codicia insatisfecha de mermelada, y la izquierda arremete desde que Petro, amargado por la derrota, prometió mantener al pueblo en la calle…, y lo está logrando. Marchan estudiantes, indígenas, transportadores, Fecode, Asonal, centrales obreras, y con ellos marchan siempre los encapuchados auspiciados por el Eln.
Es el camino hacia el caos para aparecer mañana como redentores; un panorama desolador, al que se le suma la errática ONU con la elección de Venezuela al Consejo de DD.HH, que NO es un disparate menor, sino un síntoma peligroso de hacia dónde vamos.