Creo firmemente que la naturaleza es una maestra y basta con ajustar nuestra escucha y afinar nuestra mirada para aprender lo que significa conexión.
Muchas de las situaciones desagradables que vivimos nos ocurren cuando dejamos de estar plenamente presentes y nos entretenemos en alguna de las distracciones que aparecen por doquier, esas trampas a nuestra consciencia. ¿Te ha pasado que se te olvida qué ibas a hacer a la cocina? ¿O que yendo por la autopista te pasas de la salida que te sirve? ¿O algo tan sencillo como que se te derrama la leche del desayuno? Estas y otras cosas más nos pasan cuando nos desconectamos de nuestro aquí y nuestro ahora. La cosa pude ser más grave: chocamos el auto, perdemos una cita importante o extraviamos la billetera. Sí, los despistes nos cuestan, y mucho, en tiempo, dinero o salud. En vida.
La existencia nos mantiene entre dos variables: espacio y tiempo. Para que la vida fluya en armonía es preciso tener una total consciencia de cada presente que vivimos y cada lugar que ocupamos. Esto se dice fácilmente, pero en medio de la incertidumbre cotidiana nos distraemos. ¿Qué es lo que más te distrae? ¿Las redes sociales, el reality de moda, las conversaciones de pasillo? Cualquiera de estas cosas nos puede descentrar de nuestro momento presente. La buena noticia es que podemos ganar enfoque en el momento presente, con lo cual evitaremos pérdidas, accidentes y males mayores.
Entonces, resulta muy práctico estar enfocados en lo que hacemos. En este mundo agitado se exalta ser multitask, ser capaces de hacer muchas tareas simultáneamente. Esto, que parece una gran habilidad, termina siendo un engaño que nos puede llevar permanentemente al error, porque perdemos conexión absoluta con lo que hacemos. Por ejemplo, al buscar una información que requiero para escribir esta columna, me acabo de desviar en el mar de información del motor de búsqueda que utilizo. Por supuesto, pierdo tiempo -el tesoro más preciado de los seres humanos- y corro el riesgo de no alcanzar a enviar el escrito para que sea publicado.
Podemos, entonces, volver a lo natural: el pájaro que canta y solo hace eso, sin pensar en mañana; el árbol que crece, sin distraerse con el viento o la lluvia; en la flor que esparce su olor, sin ocuparse de nada más. Cuando nos percatamos de estar distraídos, podemos volver a la respiración, enfocarnos en ella y recuperar nuestra consciencia de aquí y ahora. Y regresar a lo que hacemos, siendo conscientes de ello, lo cual es eminentemente práctico, tanto como profundamente espiritual. Estar conscientes, enfocados, nos mantiene alineados con Dios, en total conexión. Como el pájaro, el árbol o la flor.
@edoxvargas