ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 23 de Junio de 2012

Autismo político

 

Ha hecho bien, pero un poco tarde, el presidente Santos en rechazar la reforma a la justicia aprobada, en mala hora, por el Congreso y objetarla por inconstitucional e inconveniente.

Como buen repúblico volvió por sus fueros, pero muy seguramente, estará dándose golpes de pecho por no haberse preocupado lo suficiente por el curso del proceso aprobatorio de una reforma que, a todas luces, siempre lució  como muy improvisada. Pueda ser que el mandatario aprenda la lección: no se pueden adelantar proyectos legislativos sin cuidadosa tutela ejecutiva y severa disciplina parlamentaria por cuenta de las llamadas bancadas de unidad nacional.

Que el legislativo se haya atrevido a aprobar semejante esperpento, que nos hace desandar una generación en la lucha contra la corrupción, lo único que pone de presente es el grado de amoralidad de sus mayorías y la irresponsabilidad y comportamiento light  de los ministros y parlamentarios santistas. Los unos por no profundizar en el contexto y los otros por marginarse. ¿Dónde estaban las bancadas gobiernistas? A esta hora ni los conservadores, ni los liberales, ni los de Cambio y menos los de la U, deben poder sacar pecho.

Comencemos por casa. Como conservadores sentimos vergüenza del papel determinante de muchos de nuestros legisladores que aprobaron con sigilo pero con decisión la tal malhadada reforma. Y orgullo por otros, como Miguel Gómez que, fiel a su estirpe, y Juan Lozano, la objetaron. Vemos que todo esto ha producido una grave crisis de confianza y credibilidad en nuestros dirigentes. Santos debería pedirle explicaciones a su gente. Aquí nadie puede pasar de agache. Y debe también auto-recriminarse.

Un proyecto de acto legislativo de las dimensiones y alcances del que se proponía no podía ni improvisarse en su texto y menos en sus procedimientos aprobatorios. Y lo cierto es que, desde el principio, todo apuntaba al desastre. Nadie prendió las alarmas y esto fue aprovechado por los conspiradores, necesitados de blindarse de sus fechorías y de sus acusaciones, ¡Nunca, estamos seguros, el Congreso de la República ha caído tan bajo, en sus comportamientos antiéticos!

Siempre lo hemos dicho y escrito. No podemos pedirle peras al olmo. Esto es lo que da la tierra. Una clase política sin clase, no podía comportarse de diferente manera. Se habla de un referendo revocatorio del criticado esperpento. En lo que debería pensarse es en un evento revocatorio del mandato de este Congreso indigno.

Lo que viene ahora es lo verdaderamente preocupante. Ya explotó el debate sobre si Santos podía o no objetar la reforma en la manera que lo hizo. Otras voces hablan de que se actuó sólo para cubrir las apariencias y lavarse las manos, porque un acto legislativo no necesita sanción presidencial... Sea lo que sea el Gobierno pasa su peor momento desde que se posesionó y no se ve fácil la salida. Una recomendación final: debería concentrarse más en lo realmente prioritario.

ernestorodriguezmedina@gmail.com