Iniciamos en serio el proceso electoral y con él la definición de lo que será el país político en próximo cuatrienio. Estamos frente a un escenario que hace años parecía poco probable en nuestro país y es la llegada por primera vez de la izquierda de la mano del populismo al poder.
Y es que una derecha erosionada por la mala propaganda que contra ella se ha vertido y sobre la que poco se hizo para contrarrestarla, no se ve ni siquiera unida para detener el impulso y la fuerza de quien hoy funge como el favorito de las encuestas para llevarse, por lo menos en primera vuelta, el triunfo en las próximas elecciones de mayo.
Lo anormal del proceso es que entre los candidatos pertenecientes a posiciones de centro y derecha, existe el consenso del peligro que se cierne sobre la democracia, una vez el candidato que representa la egolatría y desprecio hacia lo diferente y que no haga parte de su sequito, logre quedarse con la primera magistratura de nuestro país.
La estrategia de enamoramiento entre el candidato del Pacto Histórico y las gentes está funcionando, está diciendo lo que las personas de a pie quieren escuchar y a él no le importa si es viable cumplirlas o no, al fin y al cabo, son opiniones y los colombianos lo que elegimos es eso, propuestas. Insinuar que todo lo que tenemos está mal y que él tiene la solución a cada cosa, es una táctica que en provincia habíamos visto, pero que a nivel nacional resulta nuevo y llamativo para el electorado y desastroso y peligroso para la institución.
Frases constantes de quienes militan en esa hueste como oligarquía colombiana y narcofeudalismo, entre otros señalamientos, despiertan el fervor popular, pues nadie quiere estar en una orilla de esas, ni qué decir del epíteto de paramilitares, corruptos y fascistas, el cual ya es común que se utilice contra quien no haya aun digerido sus propuestas.
Los demás candidatos parecieran más confiados en ganar al descarte por el alto porcentaje de desfavorabilidad de Gustavo Petro, más no porque tengan la capacidad de crecer por si solos. Así lo demuestran las encuestas, más allá de recorrer calles buscando desprevenidos o estar activos las 24 horas del día en redes. De eso, poco se ha visto. En este punto el Pacto Histórico derrota día a día a los demás partidos y movimientos, pues sus manifestaciones se están haciendo cada vez más populares y demostrando un poder que pocos pueden superar en la plaza pública, ese escenario también se los está arrebatando.
Si quienes pretenden oponerse a un gobierno de izquierda no logran un consenso rápido que acogería y respaldaría buena parte del país, las probabilidades de reversar el triunfo de Gustavo Petro se irán diluyendo, pues conocedores somos que al final en las elecciones presidenciales el voto por miedo influye, pero va de la mano del voto útil, ese del que no le gusta perder, independiente de sus ideas, que pareciera hoy ya tiene dueño.