Es un bonito término que en la realidad no existe, algunos siguen discutiendo sobre el sexo de los ángeles, ahora y desde tiempo atrás mencionan el Estado de Opinión para que las mayorías se pronuncien. A eso se refiere el expresidente Álvaro Uribe a la búsqueda de la convocatoria de una consulta con el objetivo de modificar la Constitución.
El Estado Social de Derecho, símbolo de la democracia, establece la separación de las ramas del poder, los principios básicos para el funcionamiento institucional, inclusive lo relacionado con la convocatoria de plebiscitos y referendos. Sostener que existe un Estado de Opinión superior por fuera de la Constitución choca con ella, la mayoría de los colombianos, por ejemplo, está contra la corrupción y sin embargo, el Congreso de la República dejó en el limbo el proyecto de ley que suprimía el beneficio de la casa por cárcel para los corruptos. Protestemos o vociferemos la situación seguirá igual.
Reducir el tamaño de las Cámaras, revocar magistrados, suprimir tribunales, modificar la estructura de la Justicia Especial para la Paz (JEP) y muchas otras iniciativas jamás se consolidarán positivamente tratando de colocar a las masas por encima de todo, los ciudadanos son base para la adopción de decisiones pero ellas se encuentran consignadas dentro de la Carta Magna. Montesquieu, en el Espíritu de las Leyes, explica por qué los electores elijen representantes para que legislen y voten en su nombre, el ejercicio masivo directo del gobierno es impracticable.
La teoría que suena en las toldas del Centro Democrático no tiene antecedentes históricos, filosóficos, ni jurídicos, se mantiene a nivel político. Con el predominio de la tecnología la comunicación social ha adquirido renovado enfoque, recibimos la noticia al instante con imagen y comentario, quienes sufragan en ocasiones votan desacertadamente, coincido con el expresidente en sus críticas a normas perjudiciales, no obstante su propuesta dificulta el proceso, una cosa es el nivel de aprobación a actos de gobierno o las actitudes frente a situaciones sociales y otra sostener que ellas se sitúan por encima de la ley.
El incondicional “hombre masa,” de que hablaba José Ortega y Gasset, tiene la posibilidad de expresarse sobre lo divino y lo humano, su pronunciamiento resulta improductivo cuando sus voceros lo representan mal, ese es el punto. De otro lado es equivocado enredar al presidente Iván Duque con lo del Estado de Opinión, él coincide en la urgencia de la reorganización institucional pero consciente de la vigencia del Estado Social de Derecho, la teoría ha sido bandera de dictadores, su enunciado crea problemas en lugar de resolverlos, afecta los anhelos de paz, solidaridad y concordia.