Estado, pobreza y crecimiento | El Nuevo Siglo
Viernes, 5 de Noviembre de 2021

La lucha contra la pobreza ha sido un objetivo persistente planteado en esta columna desde sus líneas iniciales, hace ya varios años. De esas inquietudes surgió el programa Banca de las Oportunidades, propuesta al entonces presidente Uribe como la Banca de los Pobres, en 2005. Los técnicos del Ministerio de Hacienda adoptaron un esquema que le da prioridad a la bancarización, cuando nuestro modelo postulaba la bancarización como arma para combatir la pobreza.

Ese ejemplo ilustra la tendencia predominante en los economistas de tratar la pobreza como subproducto del crecimiento. Los notorios esfuerzos por la bancarización a los colombianos, ahora impulsada por la virtualidad a que obligó el covid-19, se ha visto golpeada por la alta inactividad de las cuentas de ahorro.

Sin embargo, el reencuentro familiar que propició el confinamiento pandémico nos ha recordado que en los estratos pobres la unidad económica fundamental no es el individuo ni el hogar, sino la familia extensa. La vulnerabilidad de las personas y los hogares son mitigadas al interior de la familia extensa, en un proceso de solidaridad que evita pérdidas irreversibles por las fluctuaciones de la economía informal.

“El impacto económico del covid-19 ha aumentado aún más la desigualdad, empujando el coeficiente de Gini hasta el 0.54 en 2020 y arrastrando alrededor de 3.6 millones de personas más a la pobreza”, afirma el Banco Mundial en el documento: Hacia la construcción de una sociedad equitativa en Colombia. Invito a los candidatos presidenciales a leer y analizar tan importante estudio del Banco Mundial.

Esos datos reflejan una realidad lacerante que no alcanza a ser contrarrestada por la reactivación económica, cuyas consistentes cifras invitan al optimismo. En esa realidad está el secreto de porqué, en las encuestas de opinión, el 72% de los consultados considera que la economía anda mal.

El desafío que enfrenta el gobierno Duque es monumental. La respuesta de vacunas oportunas y suficientes, de programas sociales que ha llegado hasta los hogares pobres, del vigor recobrado de la economía, han permitido que el Estado compruebe que se puede llegar a los más necesitados. Y que el pueblo compruebe, a su vez, que el Estado puede llegar hasta ellos. Esa toma de conciencia colectiva obliga a replantear la Política y los enfoques de los economistas. Cuando el presidente de la Andi dice: “Cóbrenos a nosotros”, es porque los empresarios también han tomado conciencia de las exigencias de la sociedad contemporánea.

El Estado Nuevo, sobre el que hemos hablado en estas páginas, debe cambiar la vieja visión sobre la disminución de la pobreza como subproducto del crecimiento. Al contrario, la disminución de la pobreza debe ser objetivo principal del Estado. Solo cuando los pobres se incorporen a la corriente del desarrollo podremos hablar de crecimiento sostenido y sostenible.

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Le corresponde al ministro de Minas responder a las advertencias de J.H. Botero en su columna de Semana.com: Emergencia Energética. En ella señala que además de la incertidumbre sobre Hidroituango, el suministro de gas para la región central no está asegurado, y la energía eólica generada en la Guajira no se puede trasportar, por ahora, hasta los puntos de interconexión nacional.