En momentos en que aumentan las muertes por la pandemia, nos enteramos cada vez más del dolor de los familiares por los que han muerto por covid solos en una UCI. Y recordamos lo importante que es estar acompañados al final de la vida, cuando necesitamos esa cercanía de familiares y amigos en la fase última de la existencia para vivirla con la mayor serenidad posible. La vulnerabilidad de los enfermos ante un posible final trágico muestra hasta qué punto es solo teórica la supuesta autonomía del paciente terminal, con la que ahora, cuando transita en el Congreso una ley para reglamentar la eutanasia, se quiere vender ese nuevo “derecho” para “tener la libertad de morir dignamente”.
Pensar que basta aprobar una ley para que quede asegurada una muerte digna, es una ingenuidad y, muchas veces, la salida cómoda para que los sanos se eviten el sufrimiento de acompañar al enfermo terminal. Las propuestas de eutanasia apelan a la libertad del individuo quien debería decidir con autonomía sobre su muerte cuando ya la vida le resulta insoportable, por sufrimiento físico o moral. Pero ¿hasta qué punto es real esa libertad del enfermo?
La petición de muerte proviene de una persona para quien la vida se ha vuelto insoportable. por lo que estima no tener más opción que abandonarla. ¿Es eso libertad o más bien lo contrario? Si uno está desesperado de soledad, sufrimiento y ansiedad, ¿tiene sentido reconocerle su derecho a ejercer su autonomía ante la muerte? Lo que hay que hacer es ver cómo acompañarle, cómo mitigar su dolor, cómo darle serenidad. En cambio, una ley de eutanasia pretende solucionar con un recurso expedito lo que requeriría un esfuerzo de sabiduría médica y compañía afectuosa.
Todos deseamos morir con el menor dolor y la mayor dignidad posible. Pero ¿por qué los especialistas en cuidados paliativos rechazan la eutanasia y el suicidio asistido? Ellos ven la muerte a diario, y no solo de vez en cuando como nos ocurre a los demás. Ellos son los que están más en contacto con enfermos terminales y sus familiares. Ellos luchan contra el dolor y otros síntomas que angustian al paciente. Si fuera tan difícil asegurar una muerte digna sin la eutanasia, ¿no serían los primeros en propugnarla? En cambio, aseguran que hoy día podemos aliviar la mayor parte de los sufrimientos, y, si es preciso, sedar al paciente terminal.
Ante una propuesta de ley para legalizar la eutanasia en Francia -paradigma de la libertad- las asociaciones de cuidados paliativos manifestaron: “Muy pocos pacientes dicen que quieren morir, menos aun cuando están debidamente atendidos y acompañados. Además, cuando piden la muerte quieren significar una cosa muy distinta de la voluntad de morir. Pedir la muerte significa casi siempre no querer vivir en condiciones tan difíciles. ¿Pedir la muerte porque se sufre es realmente una elección libre? En cambio, los cuidados paliativos restauran la libertad del paciente al final de su vida al controlar tanto el dolor como el sufrimiento mental”.