Se presenta un verdadero éxodo de venezolanos que cruzan a diario la frontera con Colombia, huyendo de la crisis por la que atraviesa el vecino país. Llegan con niños desnutridos, demandando atención médica, hospitalaria y el cubrimiento de las necesidades más esenciales para un ser humano.
El arribo de los contingentes de venezolanos ocasiona una crisis humanitaria en la frontera con Colombia, ocupando los parques de nuestras ciudades fronterizas para dedicarlos a su habitación en condiciones lamentables, sin servicios de aseo, en albergues improvisados. El Alcalde de Cúcuta ha pedido al Presidente de la República que declare la emergencia social en la ciudad fronteriza.
La cifra oficial de la autoridad migratoria colombiana es alarmante, más de 1.100.000 venezolanos se han venido a Colombia desde 2014 con registro y se piensa que otro tanto ha entrado en forma irregular. Diariamente llegan a Colombia 37.000 personas buscando alimentos y medicinas. En las principales ciudades del país ya se habla de los venezolanos que aparecen buscando oportunidades y sobre todo la supervivencia de sus familias. Sin esperarlo y sin preparación, la migración de venezolanos supera la población de nuestras ciudades de frontera.
Las razones para esta transferencia de seres humanos son evidentes. Venezuela tiene una inflación que llegó al 2.600% en el 2017; el salario mínimo para un trabajador es de 3 dólares al mes, en el cambio no oficial. El desaprovisionamiento de toda clase de productos, los más esenciales para satisfacer las necesidades de la población es cada vez mayor; no hay alimentos, ni artículos de aseo, ni medicinas, ni anticonceptivos; se aumentan los embarazos sin asistencia médica. El hambre que ha traído la revolución bolivariana es la respuesta. Pensar que todo empezó como jugando hace veinte años, por un líder que decía que le daba lo mismo el Gobierno de Colombia o la guerrilla y lo justificaban por “bocón”; sin embargo, su planteamiento político, en este breve tiempo acabó con la nación más prospera de nuestro vecindario. Su ideología se incrustó en el poder y no lo suelta y para distraer al pueblo se inventa ensoñadas invasiones de Colombia, al mejor estilo macondiano.
Es por tanto una situación imposible de contener y como país hermano, con una historia común, con similitud de origines y confluencias en la nacionalidad, Colombia está llamada a dar respuesta, además por razones humanitarias. Pero hay que poner orden a la crisis, como lo intenta hacer el Gobierno colombiano; no sea que armemos un jaleo peor en Colombia y en nuestras regiones de frontera.
Además, de lo que estamos haciendo internamente, es indispensable una acción diplomática más decidida para comprometer a la comunidad internacional con el problema venezolano. Colombia como país de llegada, no puede convertirse en el país de recepción definitiva y permanente; son necesarios los recursos y los compromisos de la comunidad internacional, principalmente la americana para poder conjurar la crisis y distribuir humanitariamente el problema, que le concierne a todo el continente.