En la medida en que la JEP avanza van quedando en evidencia verdades dolorosas como la que conocimos la semana anterior sobre los “falsos positivos”. No eran desconocidas pues no solo ONGs sino también la Fiscalía, aunque con cifras inferiores, habían informado al respecto dando cuenta del tamaño de la degradación. Lo importante es que la JEP sigue avanzado hacia la concreción de las responsabilidades de los militares en los diferentes niveles, lo cual, pese al desconcierto y dolor que se pueda producir entre sus familiares y amigos, es una necesidad para las víctimas y para el mismo Ejército. El fenómeno pues no era desconocido, sino que muchos le sacaban el cuerpo tratando de desprestigiar la fuente de la información mas no la verdad misma, como, una vez más, lo acaba de hacer el expresidente Uribe, practicando aquello de “excusa no pedida, acusación manifiesta”. Es que, aunque no sea el único, Uribe tiene una buena cuota de responsabilidad política por los “falsos positivos”. Veamos.
Con “la subcultura de las bajas enemigas” se abrieron las puertas para que las “alianzas” entre militares sin anclaje ético y paramilitares, se dieran cada vez más para obtener “éxitos operacionales”, deslegitimando sensiblemente al Ejército. De aquí surgieron los primeros “falsos positivos”, provenientes de los paramilitares pero mostrados como “éxitos propios” por dichos militares. Y esto aumentó en la medida en que quienes tuvieron la obligación de verificar los informes en la línea de mando no lo hicieron bien, por confianza en los subalternos, por negligencia o, en ocasiones, por complicidad. ¿Hizo algo al respecto el gobernador Uribe?
Viene luego el gobierno de la “Seguridad Democrática”, acogida con entusiasmo, entre otras razones, “porque pudimos volver a nuestras fincas”. Sin embargo, en los militares incidía el particular estilo del presidente Uribe para liderar su política bandera. En sus incontables intervenciones frente a las tropas y en los “consejos comunitarios” donde participaban los comandantes militares, el presidente exigía “resultados” con términos como "la culebra sigue viva", "acábenlos por mi cuenta" etc. Es de anotar que, en varias ocasiones y sin mediar investigación, Uribe llamó a calificar servicios generales por “falta de resultados”, lo cual produjo más temor que respeto en otros militares faltos de carácter.
Ahora bien, dicho estilo se ejercitó en un contexto en el que, mal que bien, la Ley de Justicia y Paz había desmovilizado aquellos paramilitares que "ayudaban" a obtener "bajas enemigas" y en el que además actuaban unas Farc que, con el mito de su invencibilidad borrado por la muerte de varios de sus jefes, buscaban desgastar las tropas evadiendo los combates, haciendo que, contra los pronósticos de Uribe, su fin se viera lejano al tiempo en que se acercaba el final del gobierno. Si a lo anterior sumamos la directiva que le puso precio a vidas humanas, podemos entonces ver todo un entorno político favorable al marcado aumento de los “falsos positivos” entre el 2002 y el 2008, como lo registra el auto 33 de la JEP.