FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Febrero de 2013

Las bodas de Camacho el rico

Cierto es que en el relato de Cervantes acerca de las bodas de Camacho y la bella Quiteria, amén de la ingeniosa sátira, se ocupa más del ridículo que hace el anfitrión y burlado prometido,  quien no obstante la  ostentación que  de poderío hace, resulta víctima del pobre Basilio,  que gracias a su audaz estratagema, en presencia de todos los distinguidos e improvisados  convidados, del cura y el Caballero Andante, habilidosamente y con engaño, cual diestro estuprador redomado, en aparente y bien simulada agonía consigue el sí de la novia, para casarse in artículo mortis: “Aquí no ha de haber más de un sí, que no tenga otro efecto que el pronunciarle, pues el tálamo de estas bodas ha de ser la sepultura”, manifestó el ingenuo cura que cayó también en la trampa.

Famosa resultó la boda de la hija de un alcalde que deseoso de lucir con elegancia el festejo y atender con magnanimidad a sus invitados, para amenizar la fiesta  llevó a la Orquesta Filarmónica de Bogotá, entidad pública bajo su dependencia oficial,  olvidando que esa indelicadeza podría resultarle molesta a sus críticos y así  sucedió, porque más temprano que tarde sus propios comensales y muy a pesar de la esplendidez y largueza del anfitrión, procedieron a denunciarlo y el ágape, entonces, se constituyó en el fin de su carrera política.

La participación del Señor en la Boda de Cana de Galilea es un pasaje que los críticos del Evangelio aprovechan para denostar de los relatos bíblicos acerca de la adolescencia del Hijo. Los argumentos no vale la pena  mencionarlos aquí, este es un debate  que interesa más al Savonarola que a los mortales; lo que llama la atención es que las bodas reales y de los ricos son fiestas que tienen consecuencias y una de las mas previsibles es el embarazo, a veces a priori. Recientemente contrajo nupcias el exparlamentario Libardo García y el festín adornado con  el lujo del Country Club de Barranquilla contó, además, con la presencia del señor Procurador Savonarola Ordóñez quien asistió sin reato alguno, olvidando quizás por olvidadizo que el novio había sido defenestrado por el Consejo de Estado. Los amigos son los amigos y probablemente fue ese el motivo para que en el juicio el Jefe del Ministerio Público defendiera al anfitrión.

 Los esponsales  sirven para todo: hacer ostentación de realeza, por ejemplo, o lanzamientos de campañas políticas o, por qué no, el ridículo. Camacho, no cabe duda, sirvió de hazmerreír a los amigos de Basilio. En esa época todavía se estilaba el casamiento como rito y forma para las uniones. Ahora, según cuenta Gossaín, cayó en desuso y por esa fiesta y contrato civil o religioso  solamente pelean los gays y uno  que otro provinciano deseoso de alardear de poderoso y aprovechar la ocasión para conquistar a sus compadres y recibir regalos a dos manos.