Fernando Navas Talero | El Nuevo Siglo
Miércoles, 8 de Julio de 2015

 

“En ciudades aturde y genera mal humor”

BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD

El abuso del pito 

 

UN  cachaco bogotano  se vio en aprietos durante unas vacaciones en Mexico D.F.; a una amiga suya, a quien había  invitado a cenar, le dijo: “Entonces, no te preocupes, yo  pito y te recojo a las siete”. No alcanzó a terminar la frase cuando la dama lo cacheaba al tiempo que le advertía que ella era una mujer decente y que si su simpatía ponía en duda su decencia, estaba muy equivocado.

La anécdota  viene a cuento a causa del abuso que del pito se hace en el país. Es un instrumento de agresión. Su uso es tan frecuente que no cabe duda de sus consecuencias contaminantes, sin que la autoridad haga algo al respecto para sancionar esta conducta que de manera grave afecta a las personas. Es incuestionable que el ruido de las ciudades, generado por el uso exagerado del claxon, aturde y provoca trastornos de personalidad, principalmente mal humor y depresión, la enfermedad del siglo XXI.

Aparte de esa perturbación de la salud, derivada de la contaminación auditiva, una circunstancia peligrosa se desprende de este comportamiento en Colombia: las muertes de los peatones y las colisiones de tránsito. Es corriente que los chóferes, todos sin distinción, pues en esa actitud agresiva incurren  tanto  hombres y mujeres, jóvenes y ancianos y, en términos generales, todo el que conduce un vehículo. Ante una situación de peligro, antes que disminuir la velocidad o utilizar el freno, los pilotos de automóvil, optan por pitar, como si con esa medida pudiera evitar el riesgo de su peligrosa acción. Conducir vehículos automotores, ha sentenciado la justicia, es una actividad de riesgo y peligro que demanda el mayor grado de prudencia y cuidado.

Una campaña educativa de la autoridad, dirigida a corregir esos comportamientos, serviría para evitar un alto porcentaje de accidentes, ensayo que en el pasado se hizo en el Distrito Especial, siendo secretario de Transito, el doctor Ernesto Pimiento Angarita y algo se consiguió, entre otras conclusiones, que no se pitara en la puerta de las casas para recoger a nadie. Una de las medidas que se adoptó en aquella época, 1964, fue el decomiso de las cornetas estridentes que suelen usar algunos automotores, se consideró que tales elementos constituían un objeto contaminante del medio ambiente.

Por supuesto que no fue  la contaminación auditiva que el cachaco bogotano le anunciaba a su amiga en México D.F., la que originó la reprimenda. En esa ciudad de tantos habitantes y movimiento vehicular insoportable, utilizar el claxon es una grave contravención. Pero más grave es abusar del pito y con mayor razón si se hace para recoger a una amiga. La dinámica del lenguaje y sus modismos regionales debe tenerse en cuenta para no caer en obscenas impropiedades. De ahí que en el Brasil no se transporten las gentes en buseta o si lo hacen procuran que sea en privado.