Fernando Navas Talero | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Octubre de 2015

BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD

Ratón de biblioteca

EL  cuadro Ratón de biblioteca, del autor alemán Carl Spitzweg, (1850),   pasó a la historia no por su divulgación sino en razón del significado de la figura de aquel  personaje que ocupa todo su tiempo en leer y leer sin cansancio y en esa actividad descubre datos e información oculta y desconocida.

Curiosamente, un ratón de biblioteca descubrió que el candidato a la Registraduría  Nacional del Estado Civil, doctor Guillermo Reyes, supuestamente,  incurrió en plagio al elaborar su tesis de grado para obtener el título de doctor en Derecho. Por supuesto que el acusado ha dado explicaciones al cargo y todo queda en manos de los electores.

En ese oficio el investigador desprevenido, leyendo el Acto Legislativo 2 de 2015, advierte que el artículo primero consagra que en adelante los candidatos vencidos en la contienda por la Presidencia, Vicepresidencia,  Gobernación o  Alcaldía, que ocupen el  segundo puesto en el escrutinio, tienen derecho a una curul en el Senado, Cámara de Representantes,  Asamblea o  Concejo respectivo. Esta innovación  constitucional fue propuesta por el jurista Óscar Peña Mateus en su obra Responsabilidad patrimonial del Estado legislador en el derecho colombiano, publicada en abril de 2013, idea con la cual el autor sostiene se fortalecería el derecho de la oposición.

Y hablando de plagio y hurto de ideas, una costumbre arraigada en la cultura nacional, uno de los hijos del senador Uribe Vélez, al parecer Jerónimo, según se cuenta en el libro Normas de papel, (Pág. 79), en el año 2006, cuando su padre era Presidente, fue juzgado disciplinariamente en la Universidad de los Andes al ser sorprendido en un plagio, entuerto que resolvió, favorablemente, el abogado de la familia.

Hijo de tigre sale pintado, dice el adagio popular. Pareciera que la vocación por la indisciplina y la rebeldía fundada en la soberbia megalómana es una causa genética. En su obra El olvido que seremos, Héctor Abad Faciolince, relata que al expresidente lo expulsaron del colegio de los padres benedictinos de Medellín por haber protestado groseramente al ver frustrada la candidatura  de su patrocinada en un reinado de simpatía, pues en el último momento resultó ganadora la hermana del novelista, a pesar del apoyo que la perdedora había recibido por parte de don Alberto Uribe Sierra. En un arranque de furia, muy propio de su temperamento de chalán, cuenta Héctor Abad, “Álvaro, que nunca supo perder, y aún no sabe, se paró en un pupitre y arengó …en tono veintejuliero: ‘se vendieron los paaadres benedictinos’”.

Registra la historia plagios literarios, artísticos, musicales. Uno de ellos, “El Quijote”  de “Alonso  Fernández de Avellaneda”, seudónimo de  Jerónimo de Pasamonte, con el cual se cubrió el plagiario para no dar a conocer su verdadera identidad y atacar por soberbia enferma al más célebre autor de la lengua castellana. La envidia es una enfermedad incurable de los astutos.