Colombia llora por ti Argentina
El chauvinismo colombiano no tiene medida y mucho menos a causa de la exaltación que usualmente los medios hacen de sus iconos. La capacidad de autocrítica es mínima, por no decir que inexistente. Todo cuanto hacen o dicen los mandatarios, independientemente de la época o las circunstancias, es objeto de aplausos y encomios sin par. La exageración, otra característica de esta idiosincrasia, es superlativa. Hacen falta adjetivos para adular; tampoco hay misericordia en la censura, el que cae en desgracia debe sufrir sin compasión todos los agravios inimaginables, la diatriba se convierte en razonamiento y el insulto en argumento. Sin embargo, hay que decirlo, el encuentro en Cartagena, no arrojó los resultados pretendidos por el anfitrión; era un hecho previsible, se sabía que difícilmente se alcanzaría consenso entre los presidentes invitados y, claro, porque los temas a tratar no eran fáciles de abordar; amén de que el Imperio había anunciado anticipadamente su rechazo a cualquier conciliación sobre estos particulares.
La historia enseña. Desde 1821 el visionario Simón Bolívar quiso aglutinar a los pueblos del Nuevo Mundo. Acogía el Libertador las ideas del Precursor, Francisco de Miranda, y para ello convocó al Congreso de Panamá o Anfictiónico. Henao y Arrubla, a este respecto, apuntan: “reunir en Panamá un Congreso en que estuviesen representados los pueblos libres de hispanoamericanos, para que estableciesen una confederación, ya para defender su independencia de todo intento de reconquista europea, ya para establecer un contrapeso a toda ambición de los Estados Unidos”. (Historia de Colombia). El presidente Santos, que en su discurso en la Cumbre habló de hacer tantos puentes entre los países, incurrió en grave descortesía y error histórico, -este sí histórico- al menos con el pueblo argentino, al eludir el tema sensible de esta nación hermana amenazada por el imperio inglés. Su silencio retumbó en todo el continente. El conflicto de las Islas Malvinas reclama la atención de los pueblos hispanoamericanos; la vigencia del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca de 1947, burlado por Colombia en 1982 durante la guerra, al solidarizarse con la causa inglesa y, por supuesto, estadounidense, demanda un desagravio con el país hermano, ese es un compromiso impuesto en el Preámbulo de la Carta de 1991: “impulsar la integración de la comunidad latinoamericana”. Pero no, en ese discurso tan aplaudido por los habituales aduladores, los mismos que en el pasado aplaudían a Álvaro Uribe y antes a Pastrana, omitió el Presidente de los colombianos cualquier referencia sobre el particular.
Desde 1833 los ingleses ocuparon por la fuerza el territorio de las Malvinas y contando con el apoyo y el beneplácito de los EE.UU., que de esta manera ajustaban cuentas con las autoridades rioplatenses que se atrevieron a exigir a embarcaciones estadounidenses que respetaran la veda decretada para impedir la pesca de focas en vía de extinción. Colombia llora por ti Argentina.